Cambalache
Si alguna letra y melodía encarna todo este proceso de cambios y transformaciones que ha experimentado la Venezuela contemporánea, donde se le rinde culto a lo ordinario, al ocio, a la improductividad, picardía y negligencia en lugar de fomentarse el esfuerzo, el trabajo, el estudio, la preparación, la honradez y otros, deténgase unos minutos a escuchar el tango “Cambalache” letra y música de Enrique Santos Discepólo. Ese tango no sólo es un clásico interpretado por Carlos Gardel sino Plácido Domingo, Julio Iglesias, Joan Manuel Serrat y otros grandes más. Lo más significativo está en ver el choque de valores que la sociedades están expuestas donde al fin de cuentas todo es igual o da lo mismo.
La sociedades requieren para su buena marcha y florecimiento en todos los órdenes de instituciones, normas, reglas, patrones, y fundamentalmente ciudadanos dispuestos no sólo a cumplir las normas y costumbres, sino además, las sociedades precisan de ciudadanos probos, justos, emprendedores, laboriosos, sensibles que naturalmente se opongan a los anti valores, al facilismo, a la corrupción, la ineficiencia, la esclavitud de distinta forma. Las sociedades grandes son aquellas movidas por el esfuerzo, por los valores, por el respeto, el honor, la ética, el trabajo como rasgos y elementos que en la Venezuela actual parece que nos hemos distanciado.
La Venezuela del siglo XXI tiene que ser una Venezuela culta, formada, emprendedora, o será que un siglo después se volverá a repetir la historia del siglo XX venezolano, en la que ingresamos y despegamos justo después de la muerte de Gómez en 1935, con tres décadas y media de atraso en relación a los países del resto de América Latina. Los venezolanos no podemos seguir por el despeñadero o en esta suerte de cambalache, o peor aún, en una pugna innecesaria cuando todos apostamos al orden, progreso, desarrollo, educación de calidad, pleno empleo, estándares y calidad de vida, seguridad, democracia, derechos humanos y otros anhelos, que justamente no sólo no han podido lograrse en una década de revolución, sino que con las nuevas leyes será imposible alcanzar.
El tango cambalache está más vigente que nunca “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor… Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador. Todo es igual… Nada es mejor lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón. Qué falta de respeto, qué atropello a la razón… cualquiera es un señor… cualquiera es un ladrón”.
Venezuela debe dejar el cambalache y labrar otros destinos de más certidumbre como nación y sociedad donde el respeto a la norma, los derechos, la democracia, las libertades y el progreso sean el vértice de cada venezolano. Mientras otros países apuestan a una educación de calidad, un empleo productivo, una salud curativa y preventiva, una seguridad personal y colectiva y unas metas comunes nosotros apostamos a la vágatela, a la compra de armas, al conflicto con los países hermanos, apostamos no a producir sino a consumir, optamos por una misión en vez de una política pública estable, eficiente y duradera, preferimos una gestión guiada por el hígado y los caprichos del presidente que un verdadero y sólido programa de desarrollo del país y de los venezolanos. En fin son los rasgos del cambalache y de una sociedad que tiene deficiencias y sobre todo opta por el facilismo y el oropel en vez del sacrificio y el cambio positivo.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes