Un mundo de incertidumbre
La reciente cumbre de la OTAN en Gales concluyó con la decisión de aumentar los presupuestos de defensa, revirtiendo así una tendencia de reducción de los gastos militares que se reforzó desde el final de la Guerra Fría. “Vigilia pretium libertatis”, el lema de la OTAN recupera sentido. El tradicional pacifismo europeo pierde fortaleza hasta en Alemania, que después de la tragedia de la II Guerra Mundial tenía la opinión pública, junto con la del Japón, más antibelicista del orbe.
Con el final de la Guerra Fría, la implosión del Imperio Soviético y el ocaso de la ideología comunista (aunque en América Latina algunos todavía no se han enterado) inició un breve período caracterizado por un ingenuo optimismo. La democracia y la economía de mercado habían demostrado su superioridad y era sólo cuestión de tiempo para que todos los países del mundo se encaminaran por el camino de la razón, el progreso y la paz. Para muchos había llegado el fin de la Historia (Francis Fukuyama “dixit”). Las relaciones internacionales se reducirían, básicamente, a resolver los problemas económicos y comerciales. En el mundo desarrollado, dominaba la “nueva economía” de la bonanza sin fin. La sociedad occidental impregnada por un consumismo materialista y hedonista hizo del placer el elemento directivo de la entera experiencia humana, la ”Cornucopia Permisiva” de Zbigniew Brezezinski. Parecía que la profecía kantiana de la “Paz Perpetua” se hacía realidad.
Han transcurrido cinco lustros desde la caída del muro de Berlín y la ingenua y efímera euforia optimista de esos días se ha convertido en pasado remoto. El momento unipolar de lo que Samuel Huntington llamó la “Superpotencia Solitaria” ya pasó y estamos de nuevo en un sistema multipolar. En Estados Unidos, después del gasto en recursos y vidas en Iraq y Afganistán y los efectos de la crisis financiera del 2008, la opinión pública no puede definirse todavía “aislacionista”, pero ciertamente hay una posición mayoritaria que favorece una fuerte reducción del rol internacional de los EEUU, particularmente en su papel de “policía y fiel de la balanza mundial”. La Rusia de Putin, en cambio, fortalecida por los altos y sostenidos precios de los hidrocarburos está decidida a recuperar parte de la presencia geopolítica perdida, particularmente en el llamado “cercano exterior”, los Estados que formaron parte de la desintegrada Unión Soviética. Putin, tanto en el caso de la “guerrita” con Georgia, de la cual surgieron los protectorados rusos de Abkasia y Sur Ossetia y en la ocupación de Crimea ha roto una de las reglas fundamentales del sistema internacional de la post Guerra Fría que prohibe cambiar fronteras por la fuerza. La OTAN debería encaminarse hacia una estrategia mixta que prevea un fortalecimiento militar, “si vis pacem para bellum”, decían los antiguos romanos, conjuntamente con una negociación diplomática que implique la “comprensión” de los intereses rusos en regiones que fueron parte de Rusia desde la época de los zares Pedro el Grande y Catalina la Grande. En Ucrania, por ejemplo, no veo imposible un acuerdo sobre la base de un Estado federal con una importante autonomía para las regiones rusófonas y un status de neutralidad similar, “mutatis mutandis”, al que tuvo Finlandia durante la Guerra Fría. En el Medio Oriente el salvajismo fundamentalista sunita del ISIS también está creando las condiciones para una gran y “peculiar” coalición “ad hoc” que reúne a la OTAN, incluyendo a Turquía, el Irán chiita, Arabia Saudita y Jordania sunitas y quizás el apoyo encubierto de Israel y Siria. En Asia, India y particularmente una China fortalecida por el crecimiento económico basado en la economía de mercado implantada a partir de las reformas de Deng Hsiao Ping, están reafirmando con peligrosa agresividad su peso geopolítico en la región. En el caso de China hay preocupación entre países como Filipinas, Vietnam, Taiwan, Corea del Sur y sobretodo Japón, que a pesar de su Constitución pacifista ha iniciado un proceso de rearme. Todos estos países han fortalecido sus nexos de defensa con los Estados Unidos. Vivimos un orden mundial en transición y peligroso, donde reina la incertidumbre.