Violencia y represión
El régimen imperante en Venezuela sólo puede mantenerse sobre la base de la represión y la violencia. Estos instrumentos pueden utilizarse de manera abierta, encubierta y hasta absolutamente secreta. A pesar de la creciente censura a los medios y las amenazas a la libertad de expresión, a diario nos enteramos de las acciones de quienes tienen el control total del estado-gobierno. Nada nos sorprende. Pareciera que la nación, ante la ausencia de un liderazgo contundente para liderar la resistencia opositora, se resignara a soportar la situación actual, aunque con rasgos de creciente pesimismo.
Hemos seguido las luchas estudiantiles contra la dictadura desde mucho antes de las jornadas cumplidas este año. Con solidaridad creciente apoyamos moral y materialmente, hasta donde los escasos recursos lo han permitido, a ONG´s como la Operación Libertad, a la cual pertenecen los dirigentes Lorent Enrique Gómez Saleh y Gabriel Valles, secuestrados por el gobierno colombiano y canallescamente entregados a las autoridades policiales de Venezuela. Ahora se suma un tercero, Alfonso Caro. No son terroristas, ni asesinos, ni narcotraficantes, ni estimulan la violencia física en nuestro país y mucho menos en donde se encontraban. Son combatientes probados por la libertad cuyo destino hoy es incierto y las razones verdaderas de lo sucedido no están aclaradas. Sentimos con pesar una nueva decepción con relación al gobierno de Juan Manuel Santos. La manifiesta complicidad con el régimen venezolano debe ser denunciada con claridad en una Colombia que sigue estupefacta los insólitos giros de quienes ejercen el gobierno.
En Venezuela nada nos sorprende, aunque nos indigna. Las complicidades intergubernamentales erosionan la democracia, liquidan la confianza y estimulan la corrupción más allá del factor dinero o negocios, que también cuentan.
Esto camina para peor. Se reafirma la ruta socialista hacia el comunismo a la cubana. Salto atrás, sin garrocha ni vergüenza. La confrontación es inevitable.