La historia se hace en el presente
Es impresionante como se suman hechos graves a los que ocupan la atención diaria del país. El camino que conduce a la tiranía se acorta, mientras que la indignación nacional y la incertidumbre en cómo reaccionar crecen en proporción geométrica. Lo cierto es que esto no puede continuar. El cuestionamiento de la Asamblea Nacional a la Conferencia Episcopal, consecuencia de una recia posición en defensa de valores fundamentales vinculados a la familia, llamando homosexuales a nuestros máximos prelados, merecería que ese organismo sea disuelto sin trámites y su presidenta el repudio nacional. Quizás sea la gota que derrame un vaso lleno de atropellos en contra de la libertad, de la democracia y del orden jurídico. La arremetida contra los medios de comunicación, la amenaza y regulaciones para confiscar y controlar radios y televisoras independientes, el cerco a la prensa escrita que no se somete, los atropellos a periodistas, a los trabajadores petroleros del Zulia y Oriente, a los de Guayana y, entre muchos otros, el cobarde espectáculo de la persecución y acoso personal en contra de Guillermo Zuloaga, su familia y sus empresas fundamentales pasarán a la historia como uno de los capítulos más vergonzosos de la República que desaparece. Las declaraciones de la Jueza 13 de Control, Alicia Torres, denunciando las presiones y el chantaje en su contra para obligarla a actuar, reflejan la magnitud de las miserias humanas que dirigen todos los poderes públicos. Mi respeto a los presos, a los perseguidos, a los exilados y a los que sufren la violencia institucional que imponen los criminales que orientan al gobierno.
Hemos sido víctimas pasivas de la guerra que el régimen mantiene contra toda manifestación de legalidad y decencia. Además ahora el mundo considera que Venezuela está regida por un narcoestado vinculado al terrorismo, a la guerrilla colombiana y a los gobiernos más forajidos del planeta. Todo está bien documentado. Intervencionista, en plan de promover la subversión armada y violenta en Centroamérica con el pretexto de Honduras. La situación es tan grave que muchos prefieren ignorarla porque de asumirla, se producirían consecuencias de hacer inevitables. Para esta guerra todas las formas de lucha van adquiriendo legitimidad. Las constitucionales y las derivadas del derecho natural, tan importantes o más que la otras.
La tregua no existe cuando se llega al borde del abismo. Vamos a una confrontación terrible. Cada uno tiene que asumir su responsabilidad. Los políticos formados en partidos, por naturaleza preferimos el diálogo y la negociación a la confrontación abierta que puede llegar a suspender el formalismo democrático. Imposible. Pero hasta los idiotas saben que algo viene. Lo que no se sabe es como, cuando y quienes serán los actores. La historia no se detendrá ni por la represión, ni por el crimen. A los chavistas, el cielo se les empieza a caer en pedazos.