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Res non verba

El acuerdo unitario que desembocó en la candidatura presidencial de Manuel Rosales es, sin dudas, un paso adelante para todos los demócratas que deseamos contar con una oposición unificada y capaz de cerrar definitivamente el paso al movimiento totalitario que nos gobierna y a la amenaza que éste significa, no solamente para nuestra Patria, sino para la paz mundial.

Sin embargo, no debemos llamarnos nuevamente a engaño y pensar que, por el sólo hecho de tener un candidato, la oposición democrática ha superado ya todos los escollos que obstruyen el camino de la liberación y la paz de Venezuela. No podemos reincidir en la ilusoria fantasía que antecedió al referendo revocatorio presidencial de agosto del 2004 y que culminó en la amarga decepción de la madrugada del lunes 16 de ese mismo mes y año. En esa oportunidad, una dirigencia opositora ingénua -por decir lo menos- condujo al país, no sólo a un fracaso político que muchos habíamos anticipado: a más de dos años de intenso deterioro institucional, económico y social y, peor aún, a que este funesto régimen aumentara su dominio de los resortes del poder estatal y condujera a la Nación a la casi total pérdida de las libertades ciudadanas.

En el presente político de la Nación, los venezolanos debemos exigir del candidato seleccionado y apoyado por todos:

1º. Una clara definición de su posición ante las disposiciones del CNE que impiden que las elecciones del 3 de diciembre de 2006 se realicen conforme a las leyes que rigen los procesos electorales; que se garantice el derecho al secreto del voto; de que exista la más absoluta seguridad de la correspondencia exacta entre cada voto emitido y cada voto contabilizado y de que en los escrutinios sean contados los votos de manera que éstos correspondan a la voluntad de una población electoral nítidamente definida en un Registro Electoral Permanente totalmente depurado.

2º. Su disposición de luchar, con todos los medios y sin descanso, hasta lograr que cada uno de los obstáculos que anulan la transparencia y confiabilidad del acto electoral sea eliminado.

3º. A retirarse del proceso electoral si el órgano político-electoral del gobierno no cede en conceder todas y cada una de las exigencias que concurren en garantizar la pureza del acto comicial del 3 de diciembre de 2006.

4º. A afrontar con firmeza e inquenbrantable decisión todas las acciones que el gobierno totalitario pueda emprender en su contra, tales como exigirle que renuncie a la gobernación del Estado Zulia a pesar del «permiso» que le concedió el CNE para inscribir su candidatura, o de cualquier juicio o proceso judicial que, con cualquier motivo o excusa, pueda incoar el gobierno en su contra, a través de los organismos que éste controla.

5º. A convocar a una gran movilización de protesta nacional en caso de que las elecciones no se realicen porque no existan las condiciones que exige la transparecia del proceso electoral o de que sus resultados sean alterados por cualquier tipo de manipulación o fraude.

Expreso mi confianza en el candidato Manuel Rosales y confío francamente en su sinceridad, honestidad, coraje y plena decisión de afrontarlo todo por la patria venezolana. Creo en lo que dice, pero recuerdo: ¡» res non verba»!

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