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Peligrosa ingenuidad

Me sorpendió un artículo o declaración proveniente de Veneconomía y que circuló por las redes virtuales, porque en el mismo se afirmaba textualmente: que, ante opiniones según las cuales «la escasez, la sordera y las políticas intervencionistas y controladoras del Gobierno forman parte de un plan preconcebido para precipitar en Venezuela el Socialismo del Siglo XXI», sobre lo que «Venconomía se resiste a pensar que el Gobierno llegue a tales extremos de cinismo y maquiavelismo. Veneconomía opina que ese comportamiento aberrante del Gobierno se debe más bien a la incapacidad y a la carencia de un profesionalismo económico en las filas del Ejecutivo».

Como mucho respeto hacia la gente de Veneconomía y hacia sus opiniones, me permito expresar que, lamentablemente y de muy buena fe, la gente de Veneconomía peca de una ingenuidad que sólo puede entenderse por el absoluto desconocimiento de lo que es un régimen totalitario. Es un problema de falta de información pero también, en muchos casos, de no creer lo que se decía aún antes de 1998. El proyecto totalitario, en el que hemos caído, no tiene, en su diseño, ningún rasgo que permita contemplar el bien del país que lo acuna, ni las necesidades de su población.

Es casi necio preguntarse ¿Por qué se hacen casas fuera de Venezuela y no dentro? ¿Por qué padece tanta miseria nuestra población, mientras el dinero -producto de las entrañas de esta tierra- corre en torrentes por el Continente y el mundo? El «proyecto» solo contempla el alcance de su finalidad última que es consolidar su poder en Venezuela para que ésta alimente sus increíbles planes de guerra y destrucción para pueblos que consideran «imperios» o instrumentos de los «imperios». Un odio visceral al ser humano desata pasiones caóticas en mentes enfermas y conciencias desnaturalizadas.

Pero pareciera que todo lo que hemos padecido y perdido, como Nación y como Pueblo, en estos interminables nueve años, no ha sido suficiente para que muchos -con posiciones desde las que podrían decidir o influir sobre nuestro destino- acaben de pisar contundentemente sobre el terreno histórico que ocupan.

Ahí están muchos de los «dirigentes» políticos y de factores fundamentales de instituciones del país, deshojando la margarita que les permita adivinar si en el futuro se abrirarán espacios para posiciones de poder o mejorará la situación económica del país, al tiempo que se enfrenten los graves problemas sociales que nos aquejan.

Nada más distante de la realidad, aunque nueve años parece como demasiado tiempo para que tantos no se hayan dado cuenta de la realidad.

Ilusionados por el efímero «regalo» concedido el 2 de diciembre, alimentan falsas ilusiones sobre futuras victorias electorales y aperturas de vías anchas y cómodas de transitar hacia la recuperación de Venezuela.

¿No se les ocurre pensar -aunque sea como ejercicio de sana malicia- que el 2D pudo haber sido todo un engaño? ¿Que el usurpador farsante, vista meguado su apoyo popular, en proporciones sumamente peligrosas, haya entonces decidido deterner «por ahora» (como cínicamente lo dijo) el avance del proyecto, para «tomar aire», como hacen los boxeadores, y venir con todo para el próximo asalto?

¿Qué ganó?…Mucho: ahora dicen los ilusos, el CNE es «puro»; el REP no importa, fraude no hubo nunca y vamos arrasar en noviembre. Recapaciten: ¡entre la ingenuidad y la complicidad sólo hay un paso!

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