¿Los dejaremos solos otra vez?
Como siempre lo han hecho en nuestra turbulenta historia, los jóvenes han dado su respuesta valiente, oportuna, espontánea y definitivamente comprometida con el destino de este país. Lo han hecho siempre: en La Victoria y otras batallas cuando se trataba de la Independencia; contra las tiranías de Guzmán, Gómez o Castro; contra el gobierno dictatorial de Pérez Jiménez y, repetidamente, en esta nueva resurrección del gendarme innecesario.
Este casi centenar de jóvenes, que se involucró en riesgosa huelga de hambre, nos gritan a todos los venezolanos que no es de Venezuela el miedo, la vacilación pusilánime, la «prudencia» pacata; que somos una Nación fuerte, valiente, arriesgada, desprendida. Que no podemos ser egoístas, sino generosos; miedosos sino valientes; cuidadosos sino arriesgados. Que cuando de la libertad se trata, nos jugamos el todo por el todo para reconquistarla, si la hemos perdido, o para defenderla si –como ahora– está amenazada.
La protesta juvenil que los condujo a esta huelga, fue para defender nuestro modo democrático de vida, nuestros derechos humanos y, en este caso, sobre todo la justicia conculcada en sus diferentes expresiones: prisiones injustas al margen de las leyes y procedimientos judiciales; eliminación del debido proceso judicial; imputaciones insostenibles por carecer de pruebas. Todo ello realizado con el protervo propósito de aterrorizar; de imponer silencio a las conciencias; de desatar el terror que permite oprimir.
La valiente y generosa entrega de nuestros jóvenes es un reto para sus mayores que hemos estado prefiriendo cerrar nuestros ojos a lo que, en verdad, ha venido aconteciendo desde febrero de 1999. Nos hemos contentado con observar desde cómodos palcos lo que ha estado ocurriendo; criticar en reuniones y salones los hechos cumplidos ó, ir a marchas cómodas que más que de reales protestas parecen ser por celebraciones festivas.
Bien sabemos y sostenemos que la violencia jamás puede ser fin legítimo en el orden de la civilidad democrática, como tampoco lo es del comportamiento cristiano. Pero recordemos que la precaución y el cuidado de que no se desate la violencia no puede ser freno o paralizante de acciones justas orientadas a restablecer principios o valores conculcados.
Nunca iremos a las calles, ciudadanos y jóvenes de la patria, con el corazón enceguecido de ira ni con el alma cargada de factores generadores de violencia como el odio o la retaliación; sin embargo, no podremos dudar en ejercer legítima defensa de la propia integridad personal y de los principios por los cuales siempre lucharemos democráticamente.
Ciertamente, el valiente y sacrificado esfuerzo de los jóvenes huelguistas ha dado frutos. Nadie podría dejar de reconocerlos. El futuro inmediato nos revelará el alcance de lo logrado que es función del cumplimiento, por parte del gobierno, de los compromisos que acaba de asumir. No obstante, permítaseme expresar mi pensamiento al respecto:
1° Este es un gobierno comunista, no porque lo afirmemos desde nuestra posición opositora, sino a confesión de su líder y demás integrantes, así como por sus desastrosos hechos cumplidos.
2° El sistema comunista de gobierno es, por definición y realización histórica, un sistema totalitario.
3° El totalitarismo se caracteriza porque los fines del Estado totalitario prevalecen sobre los de la Nación en la cual se haya establecido como poder.
4° El alcance de los fines del Estado totalitario debe realizarse con arreglo a la Verdad o sin arreglo a ella y, con mayor frecuencia se obtiene de esta segunda manera (“La Verdad es un peligro. Lo más peligroso que pueda existir”, Capo dixit). Así ocurrió en la Alemania nazi, en la Unión Soviética y países dentro de la Cortina de Hierro, en la Italia fascista; y ocurre en la China, Corea del Norte, Cuba, y demás naciones sometidas actualmente al comunismo.
5° La respuesta del gobierno comunista ante la huelga de hambre de los jóvenes no es sino resultado de una reacción provocada por los acontecimientos del Medio Oriente, en los que muchas barbas de sus amigos están ardiendo.
Por tanto, sagaces como son los hijos de las tinieblas, simulan un “arreglo” mientras pasa esta tormenta y cumplirán, “por ahora”, algunos de sus compromisos, para ir ganando un tiempo que les es indispensable a fin de retornar con más violencia cuando las circunstancias lo permitan.
Es, pues, absolutamente indispensable, que la Sociedad Civil, en todas sus expresiones (Sindicatos, Universidades, Colegios profesionales, Gremios, Academias, ONG’s, Federaciones y Confederaciones del comercio, la producción, Industrias, Educadores, Transporte, etc.) continúen organizándose y preparándose para impedir que el comunismo se imponga en nuestra Patria, la destruya totalmente como lo ha venido haciendo en estos doce largos años, y haga de ella un mar de dolor e infelicidad como lo es la noble y sufrida hermana Nación cubana.
¡No dejemos solos a nuestros jóvenes!
¡Que el Todopoderoso y nuestra Santísima Madre nos protejan y nos llenen de valor y esperanza!