Primeras curas contra virus chavista en Tegucigalpa y Curiepe
El contundente alzamiento de la Corte Suprema de Justicia, el Ejército y el pueblo hondureño contra el anticonstitucional Manuel Zelaya y la lucha campal de los curiepeños contra la Guardia Nacional prueban que sí es posible resistir la embestida del socialismo del siglo XXI sin otras armas que la pasión por la libertad, la justicia y el futuro.
La omnipresencia mediática y dadivosa del presidente Hugo Chávez en los escenarios internacionales empieza a detonar el hastío y la preocupación de los ciudadanos que habitan en naciones susceptibles de ser alcanzada por la pandemia. Argentina, Brasil, Colombia, Honduras y Chile han reaccionado rápidamente ante la aparición de los primeros síntomas del virus: desconocimiento de la Constitución; reducción drástica de la libertad de expresión; ansiedad reeleccionista; corrupción; sometimiento ante la nueva Trinidad (Castro-Chávez-Bolívar); lucha de clases artificial y abuso de la fuerza pública.
Los presidentes de los países contagiados (Bolivia, Ecuador, Nicaragua) se transforman en apéndices de la función de poder de Hugo Chávez, quien los transforma en fichas multilaterales, no sólo en el ALBA, sino en la OEA y ONU, por sólo mencionar algunos de los asientos financiados por el petróleo venezolano.
Sensación de inseguridad
En el caso venezolano es dramático, ya que el Ejecutivo despliega una firme política de inseguridad que le cuesta la vida a más de 13.000 venezolanos anualmente. Es tal el desenfado y el cinismo que la Defensora del Pueblo declaró que en el país existe una “sensación de inseguridad”, pero no peligro real. Y no es sólo la retirada de la policía metropolitana, sino el redireccionamiento de ésta a funciones de represión política a la par que se la desbarata desde adentro, invitando, tácitamente, a muchos de los funcionarios a participar en secuestros, robos de autos y atracos.
La vía electoral, que castigó la gestión chavista privándola de las principales gobernaciones del país (Miranda, Zulia, Carabobo y Táchira) y de las alcaldías caraqueñas está siendo desconocida en flagrancia, hasta el punto que el burgomaestre Antonio Ledezma, tuvo que someterse a una huelga de hambre de cinco días para presionar por los salarios de obreros y empleados de la Alcaldía Mayor.
A Curiepe voy
Luego de los eventos de abril de 2002, que desembocaron en la renuncia y detención de Hugo Chávez (restituido por su compadre y hoy opositor-preso Manuel Isaías Baduel); el desacertado paro petrolero y el firme movimiento estudiantil de 2007, detonado por el cierre de Radio Caracas Televisión no se había producido en el país una reacción tan firme contra el atropello chavista como la protagonizada por los curiepeños que defienden el módulo policial de la Polimiranda, ahora confiscado por la alcaldesa oficialista, quien también amenaza con retirar la imagen de la Virgen del Carmen que acompaña a esa pequeña población costera.
¿Qué motivó a los curiepeños, armados de tambores, botellas y cánticos, a enfrentarse a una Guardia Nacional blindada con pertrechos de guerra?
¿Cómo reaccionarán ante su alcaldesa que se pliega a las órdenes del Presidente y coopera en la confiscación de la sede policial?
Aunque la bota del gobierno someta cruelmente a los habitantes del pueblito costero, se evidencia que el miedo de los venezolanos ante la soberbia armada de Hugo Chávez se va transformando en ira y ésta en una firme oposición, no partidista, no organizada, sino generalizada ante los reiterados atropellos que han reducido este país a un latifundio socialista.
¿Irá el país por su Sexta República?