De nuevo en Irak

[…] La posibilidad de un califato gobernado por extremistas decididos a atacar a Occidente ha convencido a un reticente Obama de que EE UU no puede irse sin más del lío mesopotámico y está intentando una nueva vía de ataque, combinando una modesta fuerza militar con una decidida intención de tensar la cuerda política hasta el final. […] Las posibilidades de éxito son limitadas. Pero son mejores que las que ofrece cualquier otra posibilidad. […]

La pregunta más complicada para Obama es qué hacer si Irak no cumple con sus expectativas y ni logra un primer ministro mejor ni un Gobierno más incluyente. La ambición de los yihadistas de establecer un califato islámico no se puede tolerar. Pero un ataque frontal podría impulsar el apoyo suní al EI y desintegrar Irak. […] Es posible imaginar la formación de un Estado kurdo independiente. Con los chiíes y los suníes, no es posible. Una ruptura del país podría conducir a un baño de sangre a una escala sin precedentes.

[…] En todo caso, los líderes occidentales deben preparar a la opinión pública para un prolongado compromiso militar en esta región del mundo.

Esto pone en evidencia una verdad incómoda para Obama. Él juzga que solo se podrá gestionar el problema de los yihadistas creando estabilidad a largo plazo en Irak. Una situación parecida existe en Siria; sin embargo, el presidente lleva tiempo resistiéndose a intervenir en ese país, respaldado por la opinión pública y el Congreso. […] Pero, a largo plazo, es poco probable que EE UU pueda destruir o incluso contener el yihadismo armado sin involucrarse en Siria.