Opinión Nacional

La ‘geopolítica transaccional’ del Socialismo del Siglo XXI

Estoy plenamente de acuerdo con usted, amable lector: Eso de que exista una ‘geopolítica transaccional’ es un galimatías conceptual, por decir lo menos, aunque honor a la realidad ¿Y qué otra cosa podría sorprender a los venezolanos, sino una jerigonza absurda de ese tenor? Pero me temo que es una realidad. Una realidad bizarra e irrazonable, que usted puede comprobar si pone ‘al calco’ estos dos conceptos con la política exterior que adelanta, haya ya diez largos años, nuestro rimbombante y escatológico Prócer de Sabaneta.

Y es que si nos adentramos en los conceptos fundamentales, encontramos que Geopolítica es una ciencia social, que a través de la geografía política, la geografía descriptiva y la historia, estudia la causalidad espacial de los sucesos políticos y sus futuros efectos, y por ello, la geopolítica representa uno de los instrumentos para definir las estrategias de interacción política, económica y hasta militar entre los países del mundo.

En la otra mano tenemos la definición de ‘transaccional’. El análisis transaccional es un sistema de psicoterapia individual y social que se engloba dentro de la psicología humanista, y que nos facilita analizar las formas en que las personas interactúan entre sí, mediante transacciones psicológicas, con sus estados del yo-Padre, el yo-Adulto y el yo-Niño, aprendiendo a utilizar el primero para dar cuidados, el segundo para individuarnos y el tercero para buscar y recibir cuidados, tanto en nuestra interacción con los demás, como también en nosotros mismos, creciendo en el logro de una personalidad integradora.

Acontece que nuestro flamante Héroe del Museo Militar mezcló ambos conocimientos en el fondo de un pocillo de peltre, casi vacío del dulce de lechosa ‘con clavitos’ que tanto halaga su paladar, una madrugada de esas en las que la angustia superó los efectos del coctel de anti-ansiolíticos. Allí, acodado en la mesa de nogal y palo rosa del Salón Presidencial (que Misia Jacinta usaba como ‘sala de costura’) urdió nuestro Paladín la estrategia de la geopolítica que soñó con ejecutar desde el mismo instante en que juró ‘sobre la moribunda’. Una sábana de planos y mapas y dos cajas de ‘crayolas’ y marcadores le sirvieron de instrumentos.

Pero en medio de la vorágine de aquel gestualismo incontrolable, de trazos multicolores y las muchas e ininteligibles notas escritas de manera repentista con la misma mano de la ‘rabo-e-cochino’ sobre los mapas, también comenzó a aflorar desde las profundidades de su psique atormentada, los guiones psicológicos que se decidieron en su infancia bajo la influencia de las figuras parentales y de autoridad, que fueron necesarias para sobrevivir y que aún están allí, aunque sublimadas por él a través de otras figuras, a las que ha dotado de poder representativo para sí, probablemente de forma inconsciente.

Relata el negro Macario, mesonero de guardia en el Palacio de Miraflores aquella fría madrugada caraqueña, que cuando fue a retirar ‘la porcelana’ sobre la que se le había servido la generosa doble ración de dulce de lechosa, El Innombrable rayaba de rojo intenso sobre un mapamundi, y que marcaba como ‘zona-en-reclamación’ una amplia franja que iba desde el Sur de México hasta Bolivia, dejando sin rayar a Colombia y a Perú.

.- “Hablaba solo” -me relató Macario- “y caminaba alrededor de la mesa como con una prisa por ir a ninguna parte. Yo recogí los platos y el vaso con agua que estaba casi vacío, y me dirigí hacia la puerta que da hacia el comedor, cuando de repente, El Comandante, que no me había saludado, me dijo ’Macario ¿A ti también te parece que Cuba está rodeada por el mar de la felicidad?
Si concebimos a la geopolítica como la ciencia del pensamiento del sueco Rudolf Kjellén según la cual la interacción de los Estados tiene muchas de las características de los organismos vivientes, ¿Qué relación podría tener el efecto digestivo de aquel dulce de lechosa con la apreciación de ‘frontera viviente’ o de ‘área pivote’ en una hipotética zona continental entre Venezuela y Cuba? Cuando intenté asociar esos contextos geopolíticos con la flecha intensa y roja, que según Macario El Gran Locatario de Miraflores dibujó entre la costa del Estado Vargas y la costa Sur-Oriental de Cuba, me quedé en las nebulosas.

Entonces me acordé de Fidel. Vinieron desde mi recuerdo y en tropel todos y cada uno de los calificativos laudatorios que desde el principio de los tiempos de esta revolución le lanzó (y le arrima de cuando en vez) El Centauro de Bolivia. Fue cuando caí en cuenta de lo ‘transaccional’; de cómo el yo-Niño había suplantado a la figura paterna originaria por otra, por Fidel, con la que además podía solucionar su salida de clóset sin violentar la masculinidad que exige el venezolanismo machista para aceptarle como Comandante. De esta transacción de cambio surge inevitablemente la adopción de Fidel, no tanto como una figura paterna, sino como un referente político para la presunta revolución de un socialismo traspolado y maquillado ‘del Siglo XXI’.

Este es el tipo de transacción abierta, combinada con mensajes ocultos, que los psicólogos llaman ‘transacción ulterior’ que, como en este caso, su contenido es la unidad de reconocimiento social que llaman ‘caricia’, y por ello el análisis de estas transacciones suministra un camino para entender cómo El Comandante se comunica, y si es efectiva o no esa comunicación, mostrándonos además las alternativas que le han permitido mantener con su entorno relaciones afectivas satisfactorias, desde el escenario de su yo-Niño.

La geopolítica bolivariana realizó, entonces, una de las transacciones más importantes dentro del proceso de reconstrucción de la personalidad de nuestro Héroe, que simultáneamente solucionaba un vacío existencial personalísimo, y al mismo tiempo creaba el primer espacio vital para el ALBA. En el futuro nadie pondría en duda sus experticias sobre la Teoría de Ratzel (que justifica la expansión territorial) aplicada a la resolución de los conflictos creados en su yo-Niño.

La utilización propagandística de la geopolítica (y su componente ‘transaccional’, vital en la reconstrucción de los ‘otros yo’) acarreó compromisos que El Bolivariano hizo extensivos a todos aquellos estados ‘signatarios’ del ALBA utilizándola como instrumento que justifica una expansión territorial a punta de ‘petro-dólares’ y de las justas e insatisfechas necesidades del pueblo venezolano.

Aquí entra en juego el análisis del Argumento de Vida que nos retrata su modelo de desarrollo y de socialización temprana, basado en permisos y mandatos incorporados inconscientemente de las figuras parenterales originarias, principalmente aquellas que marcaron su infancia, como la disipación en la bruma de los olvidos de la figura materna y la adopción que de él hizo, como madre sustituta, su abuela. De ahí surge, sublimado, reestructurado y potenciado el proteccionismo que asume frente al ‘fagocitador de pueblos’… Frente al Imperio mesmo… De ahí la rebeldía cobardona y acomodaticia que siempre espera (y teme) el correazo reductor; y por eso agrede, humilla, subsume, controla y manipula, con el auxilio de la chequera de petrodólares a quienes intercambia petróleo y divisas por solidaridades y respaldos.

Para mí no hay ‘duda razonable’: La política exterior de Venezuela se desarrolla a partir de una particularísima “geopolítica transaccional”, que ya ha recibido su primer revolcatorio internacional con el ‘contragolpe’ que le dieron al bolivariano liberal de las honduras y los otros, que provendrán en los próximos días, cuando ‘cuajen’ los trabajos de macumba y ‘palo-negro’ que le están haciendo los indios brasiles… Porque además de transaccional, su geopolítica es santera ¿Qué tal?

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