Diosdado el favorito
Diosdado Cabello fue un pésimo gobernador del estado Miranda. La afirmación anterior no es producto de ninguna exageración inspirada en el sectarismo político. Sólo es la lógica conclusión que se obtiene al recordar su derrota del pasado 27 de noviembre de 2008 como candidato a la reelección, cuando el oficialismo fue barrido en varias de las principales ciudades y estados del país.
Henrique Capriles Radonski logró imponerse al grosero ventajismo gubernamental que despilfarró el dinero de todos los venezolanos. La compra de votos y la inmensa propaganda en todos los medios de comunicación y en todos los sitios de la entidad mirandina, junto a la extorsión y la ayuda de la pétrea mayoría oficialista en el poder electoral, no lograron que Cabello retuviera el cargo. Según los datos oficiales del Consejo Nacional Electoral, Capriles obtuvo 583.795 votos (53,11%) contra 506.753 (46,10%) de Cabello al escrutarse el 99,8% de las actas.
Antes de la entrega del cargo, Cabello, como otros gobernadores chavistas derrotados, devolvió competencias, edificaciones y recursos al gobierno central. En un ejercicio de total incumplimiento de la Constitución y las leyes, el gobernador saliente desconoció el proceso de descentralización iniciado en 1989. Así quedaba en evidencia la política chavista con los gobiernos regionales: si eres mi adulador puedes administrar, si no te quito las competencias para hacerlo. Un bello aporte a la lucha por la democracia participativa: vaciar de contenido la descentralización administrativa.
El mismo procedimiento aplicado a Antonio Ledezma, alcalde metropolitano de Caracas, quien se ha visto obligado a arriesgar su vida en una huelga de hambre, se le ordenó a Cabello para que asfixie la gestión de Radonski. Aparte de la intención totalitaria de arrasar con la oposición, está su deseo íntimo de no permitir que se conozca cómo Capriles lo pudiera superar como gobernador. Cuestión ésta que no es muy difícil de hacer, debido a la indigencia de la administración del dueño de los “ojos bonitos”, según Chávez, quien ha repetido el piropo en cadena nacional. (En la red –Youtube- circulan algunos videos donde el jefe máximo hace patente esa admiración).
Así como Chávez deja que el pornopolítico Mario Silva fije la agenda en el canal estatal VTV, también permite gran libertad al ministro Cabello. En los confusos días de abril de 2002, cuando el Alto Mando Militar le solicitó la renuncia a Chávez (“la cual aceptó”, según informó al país el general Lucas Rincón, quien posteriormente fuera nombrado por Chávez ministro de la Defensa y del Interior, para luego ser su embajador), Diosdado se desempeñaba como Vicepresidente y su actuación consistió en esconderse. Cabello sólo reapareció cuando ya Chávez estaba regresando al palacio de Miraflores, gracias a la acción del hoy execrado Raúl Baduel.
Cabello tiene entre sus haberes revolucionarios la infeliz frase “al que no le gusta la revolución que se vaya”. ¿Algún gobernante democrático puede pronunciar tal exabrupto sin pagarlo con su retiro definitivo de la vida pública? Quizás ni en Cuba Fidel Castro haya dicho tal cosa porque tampoco permite salir a quien no quiere vivir esclavizado por la dictadura comunista hereditaria.
Tampoco Diosdado ha escapado a los señalamientos de corrupción. Al abandonar la casa de gobierno de Los Teques los medios informaron que tenía más de veinte vehículos para su uso personal y más de cincuenta funcionarios asignados como guardaespaldas. (En realidad no es sólo este sortario funcionario quien acapara carros y escoltas, ya este abuso de la revolución bonita rompe cualquier marca de gobierno anterior alguno). “Hemos corroborado prácticas reiteradas de pagos que se hicieron a la carrera, pagos dobles, sobreprecios, (compras de) inmuebles sin avalúos, contrataciones de obras sin procedimientos de licitación”, ha denunciado el actual Procurador del Estado Miranda, Rafael Guzmán.
Ahora a Diosdado Cabello, como superministro de Vialidad y Obras Públicas, le ha sido asignada la tarea de amenazar con el cierre a Globovisión, más de doscientas emisoras de radio y 45 televisoras regionales, mediante la aplicación de una supuesta legalidad a la carta. Acaba de anunciar en la Asamblea Nacional el control de la televisión por cable con la intención de obligar a que los canales por suscripción transmitan las interminables peroratas de su protector. La reducción de los circuitos radiales buscaría que el único que pueda usar la radio en ámbito nacional sea el primer locutor. Cabello habló de “opinadores que se convierten en la noticia”. ¿A quién le cuadra más esta definición?
El gobernador fracasado de Miranda nunca ha jugado banco desde que Chávez es el manager del disparate nacional. Un verdadero favorito con mucho poder.