Opinión Nacional

La dobla moral del socialismo tropical

La doble moral es un criterio que se aplica con más rigor en un grupo (o individuo) que en otro. Es una moral injusta porque viola el principio de justicia conocido como imparcialidad, que no es otra cosa que el principio según el cual los mismos criterios se aplican a todas las personas sin parcialidad ni favoritismo.

Un ejemplo ya tradicional de la doble moral, en las sociedades latinoamericanas que se han ‘abrasado’ en los fuegos del Socialismo del Siglo XXI, lo estamos viendo en el comportamiento de las cancillerías de los países subsumidos económicamente a Venezuela a través del ALBA, a propósito de los acontecimientos políticos ocurridos en la república centroamericana de Honduras.

Ahora, sucede y acontece que la O.E.A. y la O.N.U. si son instancias válidas para ventilar la Carta Democrática y hasta para pedir la intervención de los organismos multilaterales, para preservar ‘el estado de derecho’ y la continuidad democrática presuntamente violados en Tegucigalpa, cuyo gobierno apresó y expulsó del país al señor Mel Zelaya por haber incurrido en constantes y manifiestas violaciones a la Constitución de ese país. Pero son estos mismos países, los que se rasgan las vestiduras como epicúreos senadores romanos, los primeros en desobedecer y hasta desconocer las directrices y sentencias que tanto la O.N.U. como la O.E A. han emitido contra sus administraciones, desconociendo el vínculo supra nacional que tales decisiones y sentencias tienen en sus respectivas Cartas Magnas, que las establecen de obligatorio cumplimiento.

Una doble moral del socialismo tropical que desconoce aquella otra sentencia bíblica: “Con la misma vara que midas, serás medido”, una sentencia que al parecer no existe o no aplica para los gobiernos de Caracas, La Paz, Managua y Ecuador. Si tomamos como cierto que el procedimiento de captura y expulsión del Presidente Zelaya ha sido característico de los tradicionales golpes de Estado, (el Congreso Hondureño y el Poder Judicial marginaron a la autoridad legítima de Zelaya por inconstitucional, pero lo hicieron fuera de la Constitución) también es cierto que de acuerdo con la Constitución de Honduras, el señor Zelaya violó los Artículos 42 (Parágrafo 5); el Artículo 205 (Parágrafos 12, 15 y 23); el Artículo 237; el Artículo 239; el Artículo 322 y el Artículo 374.

Paralelamente – y en sintonía con la Constitución hondureña- fue designado para ocupar temporariamente la Presidencia, el señor Roberto Micheletti, investido por el Congreso dentro de la Constitución y las Leyes, y mientras esto ocurre, los militares continúan apegados al Estado de Derecho y hasta lo que se sabe, no participan en el nuevo gobierno, pues argumentan haber obedecido a la autoridad civil bajo el mandato del Consejo Electoral y la Corte Suprema de Justicia, para impedir una consulta que en definitiva se convertiría en un referéndum para una Asamblea Constituyente y la reelección presidencial, aspectos que la Constitución hondureña tiene taxativamente prohibido.

Pero una doble moral hace soltar los resortes internacionales de quienes, precisamente, son los enemigos jurados de la legalidad y de los valores democráticos en el sub continente. En Venezuela, el señor presidente alcanzó la Primera Magistratura del país en 1998, pero antes lo intentó con un golpe en febrero de 1992, y luego de casi 11 años en control de todo el estamento del poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral, no acepta la más mínima crítica, ni la oposición más leve pues cuenta con una Asamblea Nacional y un Tribunal Supremo sumisos y obedientes a la voluntad del presidente.

Es la misma doble moral del socialismo tropical que aplica Evo Morales, que justificó el levantamiento cívico militar contra el Presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003; misma doble moral que excusó el alzamiento militar de Chávez contra el gobierno legítimo de Carlos Andrés Pérez el 4 de febrero de 1992 ahora proclamada “fecha histórica”. Entonces sí se justificaban ambas acciones en Bolivia y Venezuela, pero ahora se condena en Honduras. Doble moral la del Presidente Correa, en el Ecuador, para quien no fue necesario llevar a la OEA las destituciones de los Presidentes Abdala Becarán, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez cuando militares y civiles generaron un cambio político, pero que ahora solicita la aplicación de la Carta Democrática y el aislamiento financiero para Honduras.

Dentro de esta manifiesta doble moral, los gobiernos de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y el de Ecuador se niegan a aplicar en sus territorios las decisiones vinculantes de la OEA como de las instancias del Sistema Interamericano, especialmente la Comisión y Corte Interamericana de Derechos Humanos, pero se apuran en solicitar la intervención internacional para restituir al Presidente Zelaya, mientras que por mampuesto esgrimen el trapo rojo de la soberanía nacional cuando se trata de exigencias de la sociedad civil o de las fuerzas de oposición y proclaman la libre autodeterminación y exigen el respeto a las instancias políticas y jurídicas nacionales.

La doble moral del socialismo tropical ha ganado la primera batalla en la guerra de las percepciones que tienen como campo de batalla a Centroamérica, al conseguir el repudio unánime de los países suscriptores de la ONU y la OEA, pero como lo aseveró el Presidente Lincoln “Se puede engañar a unos pocos todas las veces… Se puede engañar a todos unas veces… Pero no se puede engañar a todos indefinidamente”.

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