¡No es no!
1. No soy linajudo, ni oligarca, ni ilustre, ni provengo de ascendencias de abolengo, ni pretenderlo serlo.
2. No soy admirador de Bush, de Uribe, de Castro, de Putin, de Ortega, ni me gustan los Imperios de cualquier signo para ser lacayo de alguno de ellos.
3. No creo en que los venezolanos debemos volver al siglo de las montoneras para ser bolivarianamente contemporáneos.
4. No asumo que la vida personal y comunitaria dependa de la imaginación alucinada de un ser estresado en sus interminables noches de insomnio.
5. No admito el insulto ni el desprecio ni el vilipendio ni la humillación como forma predilecta de ejercer la relación humana.
6. No creo en jalabolismos, jalagalonismos, jalatoguismos, adulaciones, sumisiones, candongas o hiperdulías.
7. No concibo que para construir una sociedad inmensamente feliz tengamos que lapidarnos y aborrecernos.
8. No quiero saber más de un país dividido en dos: ellos los malos y nosotros los buenos, o viceceversa.
9. No admito el franelanismo, el vaginismo, el apellidismo o el chalequismo como única forma de mérito, de permanencia o ascenso en cualquier organización pública o privada.
10. No aceptó la existencia de seres inevitables, forzosos, sacrosantos, únicos e irrepetibles, de cabecillas o caudillos imperiosos.
Son mis diez personales razones que van más allá de un plebiscito nacional, de una elección de Reina de Carnaval, de la investidura de un Santo Patrono, del nombramiento de un Rector de Universidad, de la elección del Presidente de un club o de la escogencia de un Secretario General de un partido único y ensimismado, para sustentar – con todas y cada una de ellas – mi inquebrantable, innegociable, fundamental y permanente: ¡No!