Con el pañuelo en la nariz
«Con el pañuelo en la nariz», fue la frase de Rómulo Betancourt para describir la situación del congreso gomecista, en 1936, para elegir al presidente y ese concilio ratifico a Eleazar López Contreras en la jefatura del país. Con ello quería expresar que algo olía mal y que se aceptaba sin formula de juicio para normalizar la situación hacia nuevas oportunidades.
Así, con un pañuelo en la nariz, estamos en presencia de un hecho cumplido que no es otro que la convocatoria apresurada a un Referendo Aprobatorio de una enmienda constitucional que mas que en enmienda es reforma pues se refiere a contenidos de la carta magna que de cambiarse lesionan su estructura.
El apresuramiento del actual presidente por sus posibilidades de reelección ha puesto de carrera a todo el andamiaje gubernamental el cual marcho con la premura exigida para que la Asamblea Nacional aprobara una galimatías por pregunta, tratando de esconder lo que en verdad se quiere preguntar, y esta fuese entregada al Consejo Nacional Electoral y para que este con la prisa exigida aprobara la propuesta y fijara fecha urgente para la realización de dicho referendo
«Algo huele mal en Dinamarca», cavilaba Hamlet, al sospechar las extrañas circunstancias de la a muerte de su padre, el rey, lo que posteriormente se confirmó, pues el fantasma paterno le reveló el haber sido asesinado.
Ahora debemos decir que algo huele mal en Venezuela, pues la premura mata a los derechos humanos y políticos consagrados en las normas vigentes, coarta la autonomía del CNE, fractura los lapsos para la activación del registro de votantes y vulnera los tiempos exigidos para la publicación y puesta en vigencia de los reglamentos.
De seguir así las cosas nos veremos enfrentados a realidades que nadie quiere, como seria el quebrantamiento de la voluntad popular lo cual no podría esgrimirse, por los puros indicios, si no se materializa el acto electoral.
Los promedios de las encuestas nos dicen que el 54% de la muestra sufragaría negativamente ante la pregunta continuista y las encuestas serias han probado no equivocarse. Las amañadas no dan pie con bola; pero hasta estas hablan de un 51% de voto en negativo.
Ante estas eventualidades los sectores democráticos deben agenciar una autentica unidad, sin que nadie trate de ser poseedor de todas las instrumentos para enfrentar por si solo esta etapa que se nos impone. Parafraseando al prócer insigne: «Unión, unión o la anarquía nos devorará»