Opinión Nacional

Vivan los estudiantes

Si algún sector ha cumplido un papel cíclico en los momentos de exabruptos y exacerbaciones en la mitad del siglo XX y en esta primera década del siglo XXI en Venezuela, son precisamente los estudiantes, antes y ahora los que han tenido un único móvil, combatir los abusos y defender la libertad, la democracia y los valores inherentes a esta última. De tal manera que nadie puede desconocer la sensibilidad, la gallardía y el coraje de los estudiantes venezolanos quienes antes y ahora han sido criminalizados por los gobiernos y ministros de turno.

Y cuando nos referimos a los estudiantes nos referimos justamente al inmenso y mayoritario sector que se prepara, que se forma, y que incluso combate cuando tiene que combatir excesos y abusos. Sería miope asociar automáticamente a los estudiantes con violencia y disturbios. Muchas protestas terminan en actos vandálicos y daños a la propiedad que naturalmente desvirtúan cualquier lucha y reivindicación.

Sin embargo, en la Venezuela contemporánea son los estudiantes o los queridos bachis los que han servido de medio de contención de un gobierno que hace ya tiempo se viene excediendo y cuando el presidente ordena echarle gas del bueno al ministro de relaciones interiores y demás órganos y cuerpos, habría que decirle que bastante piedra que lanzo en Mérida en sus tiempos de estudiante de criminología, su hoy ministro de interior y justicia Tarek El Aisaimi, pero por sobre todo, el presidente debe saber que esas actitudes de condena, ataque y criminalización lejos de calmar ánimos o disuadir terminan siendo la levadura y catalizador para compactar más al sector estudiantil venezolano que no se rinde, que no retrocede.

El Estado y los organismos de seguridad y autoridades públicas están obligados por mandato constitucional a transmitir seguridad y orden público. Sin embargo, no puede confundirse o peor distorsionarse el mandato popular y las atribuciones en materia de seguridad y orden público como el actual gobierno lo viene haciendo. La ley es para quienes disienten del presidente, para quienes porten cualquier color distinto al rojo, para quienes estén legítimamente con el NO. Para los vándalos que portan armas, atuendos alusivos a la revolución, individuos de número del Colectivo La Piedrita, bandas de motorizados o los recordados círculos bolivarianos entre otros, para ellos la comprensión, la tolerancia, agua mineral y apoyo irrestricto del Estado venezolano.

En Venezuela nadie puede apostar al caos, a la zozobra, al desorden. Pero ello no implica silenciar o “echarles gas de bueno” a las legitimas protestas de los estudiantes. Los estudiantes de forma coherente han expresado con argumentos de sobra su negativa ante la enmienda presidencial de reelección indefinida, sino además, cuando tenemos un país definido por la miseria, la inseguridad, el desabastecimiento, las restricciones, la violencia, el desempleo y demás, los estudiantes asumen por ser parte de la sociedad la lucha y reivindicaciones del país nacional, los estudiantes ayer y hoy no se amilanan, si bien es cierto el miedo el libre, los estudiantes no tienen miedo, este sentimiento lo asumen y portan otros sectores del país, algunos desde el 4 de febrero del 1992.

La naturaleza de los estudiantes es combativa, critica, cuestionadora pero no violenta. La violencia es como la enmienda presidencial un despropósito, un exceso. Por tanto, apostamos al orden, a la paz y al debate arduo y contundente de los graves problemas que el país padece, esos problemas y flagelos que no se han solventado en una década y que las cifras demuestran que han aumentado. Para que más poder y tiempo piden el presidente Chávez y sus seguidores sino han podido transformar y hacer practica la revolución, una revolución es un cambio radical y aquí no lo hemos visto. Tal vez más corrupción, impunidad, proselitismo, ineficiencia que son males y rasgos que día a día consumen todo incluyendo al proceso, al PSUV y los pocos ideales que todavía quedan.

(*) Profesor de la Universidad de Los Andes E-mail:

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