Diez años de cubanización
Quién iba a pensar que toda aquella gente que marchó, protestó y tocaron cacerolas hasta la saciedad, permitirían la cubanización de Venezuela. El Comentario en la calle era, eso nunca ocurrirá aquí, el caso de Cuba fue distinto, el pueblo no se lo calará, las fuerzas armadas jamás aceptarán convertirse en milicianos, tenemos una tradición democrática egregia en Latinoamérica. Sin embargo, a lo largo de diez años el ciudadano Hugo Chávez va logrando la cubanización de Venezuela poco a poco, “leve y dulcemente”.
Todo comenzó con aquellas famosas expropiaciones en el campo que acabaron con la agroindustria. La simbología del color rojo como la Europa socialista, y los militares risiblemente colocándose hasta en las pantorrillas, las trenzas de las botas color rojo en gesto de sumisión y jalabolismo.
Venezuela fue otra, la delincuencia se desato como nunca antes, viendo el libertinaje que infundió “el nuevo socialismo”. Socialismo es malandraje, es tirar cohetes, es prostituir las instituciones, rayar paredes, y acabar con la decencia. Los adecos y copeyanos fueron unos “ladrones” y ahora nosotros seremos peores que ellos. Nos cogeremos todo, así asumieron en muchos casos los supuestos derechos y valores del pueblo quienes se arrogaron el “socialismo”. Estaban sustituyendo lo que ya venía en desmedro por la peor polución social.
Estaremos en el ápice de esa cubanización en el supuesto que, Hugo Chávez logre imponernos su enmienda, pasando por encima de todos las normas constitucionales y formales. La sumisión es total, lo que él ordene, inmediatamente será aprobado por la Asamblea Nacional y legalizado por el “TSJ,” y quien se oponga va preso o termina imputado y confinado al silencio.
“Venezuela no es Cuba”, pues parece que si puede ser su emulo si lo consentimos, las estatizaciones nos arrancaron las industrias fundamentales, la creación del sistema de cooperativas no ha demostrado ninguna eficiencia que sustituya la industria privada.
Contrariamente todo decrece en calidad de servicio y los costos se elevan, las comisiones en marcha, acaban con cualquier dignidad decente que pudiera haber entre nuestros “camaradas.”
El servicio eléctrico de Caracas, otrora bastión de eficiencia cuando estaba en manos privadas, actualmente dejó de serlo. Hablar de PDVSA es un pleonasmo y pronto parece estarle llegando la hora de la verdad. Sabremos por fin sus datos de producción, sus ingresos, su “eficiencia”. Qué pasó realmente con ella, es en este tiempo de crisis cuando las economías se sinceran y la nuestra contrariamente tiende al ocultamiento, viendo a Chávez asegurar que estamos blindados, a pesar de las contingencias mundiales.
Ya advertiremos con los avatares planetarios y seremos todos, testigos y victimas. Cuando toque el momento, conoceremos hasta donde alcanza la cubanización en nuestra tierra, y si le permitimos aprobar su enmienda, seremos igual de esclavos como los cubanos, y las posibilidades de recuperar al país decente y prospero serán remotas. Es la hora, el instante de echar el resto en contra de esa falsaria enmienda que piensan meternos a trocha y moche.
En caso de llevarse la consulta en la fecha “prevista” será la primera vez que el “honorable” CNE hará unas elecciones sin abrir el registro electoral, negándoles el voto a 800.000 personas. Ante esta y tantas irregularidades no hay ninguna protesta significada, que deje escuchar las voces disidentes y opuestas a una autocracia. El silencio parece una expresión de dolor, resignación o de indiferencia. No sabemos para cuando se reservan los venezolanos la defensa de sus derechos constitucionales, o si ciertamente muchos están dispuestos a perpetuar al Comandante en su trono de Miraflores. No es insólita está conclusión tan visible, cuando miramos ondeando en la Asamblea Nacional una bandera de Palestina, y tantas cosas extrañas a nuestra idiosincrasia de venezolanos. Es como si la patria se nos fuera de las manos y no hiciéramos nada para detenerlo. Es como si la Venezuela que conocimos con cierta dignidad y pundonor nunca hubiera existido.