¡Qué pena!
Alguna coplilla andaluza dice más o menos: ¡Ayyy!… pena, penita, pena/ pena de mi corazón/ que me corre por las venas/ con la fuerza de un ciclón…
No se o, para ser honesto como se debe ser, si se lo que me produjo esa inmensa pena que me acompañará por mucho tiempo. Fue leer en “El Nacional” del domingo 25-01-09 las declaraciones del líder de los jóvenes gubernamentales en la UCV.
Cando el periodista le preguntó “¿Hasta qué punto ‘todo lo que esté contra Chávez está contra la patria’?”. Sin pestañear, con la fiereza de un poseso, respondió: “Totalmente, Chávez es la patria y, sin duda, un sentimiento nacional”.
Usted, respetado lector, podrá imaginar el estruendo de las alarmas que se dispararon en mi interior ante tan obsecuente entrega. Para quienes, desde la ya distante juventud, hemos combatido la irrupción de la bota militar en la vida política y el servilismo de quienes las han lamido, cuantas veces asaltaron el gobierno de la República. Tal declaratoria trasciende la justificada alarma y ocupa los espacios de la angustia. Porque presenciar que la carencia de escrúpulos del Bellaco en Jefe, induce posturas abyectas en ciudadanos en la flor de la vida, muchachos que inician su carrera política y son lanzados por el despeñadero del incondicionalismo, produce desazón.
De allí la pena. Porque, son parte del futuro que está siendo deformado por un autócrata. En el último espacio democrático (1958-1998) jamás se dio tal aberración. Ningún dirigente juvenil de Acción Democrática o de Copei fue colocado en la disyuntiva de apoyar al gobierno cuando se produjo algún atropello a la juventud, a parcializarse por el oficialismo cuando hubo enfrentamientos con la institución universitaria. Sin duda, es la barbarie detentadora del poder del Estado que se esfuerza por domeñar, más bien por castrar la condición contestataria de la juventud y de la universidad.
He allí la razón de la “pena de mi corazón” y el correr de la sangre por las venas con tanta fuerza como el ciclogénesis explosivo que en estos días azota las costas del Norte de España. Porque cuando tú, ciudadano humilde, tiene que compartir calle con malandros adscritos a organizaciones político-criminales; cuando tu vida pierde el valor del pasaje en autobuseta; cuando no tienes pertenencia ni en tus zapatos, porque al “entrompar” la escalera pueden convertirse en moneda que cancela el “peaje”, exigido por los malvivientes para permitirte el paso hasta tu “rancho”; cuando tienes que compartir cama en un hospital; o cuando no puedes escapar de la calamidad social donde te ha tocado vivir, tu hijo estudiante o aspirante a serlo está condenado a recibir sobredosis de gases “de los buenos” y expuesto a que lo alcance un plomazo porque, según la orden mirafloriana, quien sale a protestar está en contra de Chávez.
Una persona muere y el alienado chavista lo justifica porque así debe ser. Quien no quiere a Chávez, no quiere la patria. Pobre chico. Está “como si hubieras muerto”. ¡Qué pena!