Victoria oficial y movimiento estudiantil
No importa el grado de emotividad exhibido en las celebraciones a raíz de la victoria que aprobó la reelección indefinida dando así el placé a que siga adelante la fabricación de una dictadura personal en Venezuela, a imagen y voluntad de los caprichos de una personalidad despótica y canallesca. Podemos estar seguros, tanto por los números de la votación opositora como por la forma en que se contaminó la voluntad de quienes le dieron el triunfo al gobierno, que el entusiasmo y el fervor, la verdad y la fuerza de una convicción en el presente y hacia el futuro, se encuentran del lado de los factores democráticos y del movimiento estudiantil que los han rejuvenecido, liderizan y alientan. Chávez por su lado, ha convertido la política y sus triunfos en una fría, gigantesca, corrupta y siniestra máquina de poder para hinchar las matemáticas de los sufragios. Tiene como fórmulas para lograr reconducir la voluntad popular, las que ha tomado del pasado sobre la pedagogía de las cúpulas podridas y las prácticas del bipartidismo, realidad contra la que insurgió abriéndole el camino a su fama y liderazgo. Se agrega a su éxito, el ser el campeón mundial de la falta de escrúpulos con la que ha saqueado los recursos del Estado, habiendo hecho de los miembros de las instituciones, una tropa obediente e indigna que con sus quince y sus últimos de sus millonarias remuneraciones y con el cuidado de no contrariar las instrucciones de su jefe, salivan sobre sus botas, rumiando de rodillas su bendición.
La realidad que describimos es bien conocida por la mayoría opositora que resiste las embestidas del proyecto totalitario y el diseño de una satrapía personal y que hasta ahora ha logrado ponerle las manos sobre el pecho y detenerla.
Pero lo que se le viene encima a los luchadores democráticos y al país, es un presidente que va a jugar duro y tratará de cobrarse, sin ahorrar vilezas, su victoria.
Por lo pronto, tratará de destruir lo que él mejor que nadie sabe lo amenaza con desplazarlo tarde o temprano, el movimiento estudiantil democrático. En otras palabras, pretenderá derrotar el futuro. Para ello pondrá su energía en un proyecto ya existente que consiste en desfigurar los méritos para entrar en las universidades públicas de mayor prestigio, tradición y población estudiantil. El método consiste en ampliar la matrícula para ingresar a ellas y eliminar la evaluación académica e introducir a estudiantes de línea oficial. Ello lo tratará de complementar con la aprobación, para que puedan votar en la elección de autoridades académicas, los obreros y empleados y así hacerse de autoridades de cartón en cuyo manejo es maestro consumado.
Este careo entre el pasado representado por el autócrata y los estudiantes, que son el futuro al que nadie ha podido derrotar, ocupará en los próximos años un novedoso debate ante la ya latosa y asfixiante confrontación en la vida la nacional y donde surgirá la perdición final de Chávez, pero, ojo, también, el reemplazo de la actual dirigencia opositora.
Hay un poderoso y fuerte olor de jóvenes hormonas en el ambiente como para no ser optimistas.