El ejemplo de Costa Rica
Recientemente, y a través de un Decreto Presidencial, el Presidente de Costa Rica prohibió durante su periodo de gobierno, el culto a su persona en los órganos y obras públicas de su país. El Decreto entró vigencia el pasado 9 de mayo y durará hasta el 8 de mayo del 2018.
Frente a los numerosos y vergonzosos acontecimientos políticos que suceden en nuestro país, y aunado a la histórica tradición personalista del ejercicio del poder político en Latinoamérica, lo que acaba de suceder en Costa Rica ni siquiera merece nuestra atención y mucho nos damos cuenta de su trascendencia para nuestro continente.
De una u otra forma, en varias oportunidades me he dedicado a escribir sobre la importancia del fortalecimiento institucional como mecanismo obligatorio para el desarrollo económico, político y social de Venezuela. Y evidente, uno de los tantos factores que contribuirían al fortalecimiento institucional de nuestro país, es precisamente que las instituciones públicas se deslastren de la primitiva y penosa condición del culto a la personalidad.
Por más simplista que parezca, desde que Venezuela firma el Acta de Independencia, nuestra historia política tiene en su haber 160 años de militarismo y un breve periodo de historia democrática de apenas 40 años (en términos históricos es un parpadeo). Lamentablemente, y por diversas razones, hemos preferido al culto a la personalidad, al gendarme necesario, el caudillo valiente. Ya ven, Chávez y Ramón J. Velásquez, por ejemplo. El primero, desgraciadamente se inmoló en nuestra historia y encarna al prototipo del caudillo venezolano; el segundo, fue un Presidente civil por un breve periodo de tiempo, pero antes había destacado como académico e historiador con importantes publicaciones. Ambos encarnaban formas de ejercer el poder político completamente distintas; uno tenía carisma indiscutible, mientras que el otro era más sosegado en su proceder; Chávez era militar, Velásquez, civil. Y así, en nuestro ADN colectivo prevalece la simpatía hacia quien ejerció el poder político de forma personalista, con demagogia, con frases apoteósicas, el mismo que dijo «el que quiera patria, venga conmigo», y quien utilizó las instituciones y a los órganos del Poder Público para consolidar un proyecto político que nos ha hecho más subdesarrollados que nunca. Bueno, Venezuela tiene en él, en tipos como Chávez y otros tantos caudillos militares, la historia reciente de quienes se han impuesto y han ejercido el poder político en nuestro país.
Hoy por hoy, Costa Rica es un ejemplo para Venezuela y para la región. Han entendido el valor de las instituciones como mecanismos de desarrollo, y el Presidente de ese país es un esperanzador ejemplo de cómo debe ser ejercido del poder político en América Latina.
Felicidades, Costa Rica. No por su fútbol, sino por su apuesta institucional de cara al futuro.
(ElUniversal.com)