Una dictadura sin disfraz
Chávez lo fue. Ningún juez se atrevió a desacatar sus órdenes. La jueza Afiuni es prueba de ello. Ni siquiera los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) escaparon a esa regimentación. Recuérdese que Chávez reaccionó indignado por TV cuando el TSJ dictaminó que el 11 de Abril había sido un vacío de poder y no un golpe de estado, los llamó “plasta”.
Con Maduro se ha acentuado la sumisión de jueces y magistrados; y de la Fiscalía General. No administran justicia, cumplen funciones policiales. El proceder de la Fiscalía General despierta reminiscencias de la Seguridad Nacional de Pedro Estrada. Leopoldo López está preso, con base a pruebas amañadas, al igual que los Alcaldes Diego Ceballos y Enzo Scarano.
El Poder Legislativo, encarnado en la Asamblea Nacional, es un conglomerado de eunucos manejados con disciplina de cuartel. No debate, no investiga, no controla, levantan la mano para apoyar proyectos de ley enviados desde La Habana. La investidura de diputado, obtenido por votación popular, es desconocida y pisoteada por disposición del presidente Diosdado Cabello, como sucede con la diputada María Corina Machado.
Tampoco respetó Chávez, ni ahora Maduro las rígidas disposiciones constitucionales para la administración de los dineros públicos, como lo evidencia esos fondos especiales al margen del presupuesto manejados a su antojo por el Presidente.
Las libertades y garantías consagradas en la Constitución son letra muerta. El gobierno ha logrado la hegemonía comunicacional absoluta. El único canal informativo e independiente Globovisión fue adquirido por boliburgueses obscenamente enriquecidos en las vecindades propicias del poder; los que también han adquirido periódicos diarios y revistas. Los pocos que permanecen en manos privadas, con escasas excepciones, se aplican la autocensura.
La represión contra los estudiantes que manifiestan pacíficamente es de increíble crueldad, sin excluir las torturas, presentan un gran parecido con las dictaduras gorilas que en el pasado oprimieron a los países del Sur.
La conclusión es que este gobierno es una dictadura. La “clausula democrática” aparece en la Constitución de la OEA, de Mercosur, de Unasur, pero es letra muerta. Petrochequera mata cláusula democrática. Es importante que Capriles reinicie sus giras por Venezuela. Los dirigentes de todos los partidos de oposición deberían hacer lo mismo. Es imperativo que la oposición se una. El pacto de Punto Fijo nos garantizo democracia por 40 anos, para recuperarla haría falta un pacto parecido.