Bandas fascio-comunistas en acción
No existe país alguna vez aprisionado por las garras fascistas, falangistas o comunistas en el cual no sean visibles las laceraciones, psicológicas y aun físicas, ocasionadas en el cuerpo social o individual, así hayan transcurrido la montaña de años que nos separan de la finalización de la segunda Guerra Mundial.
Donde quiera que tales modalidades políticas se impusieron dejaron sentir, desde sus primeros pasos, el estruendo de las botas y los efectos de las flagelaciones, acompañadas de otras vejaciones y escarnios a la dignidad humana. En cada país, según usos y costumbres, siguiendo el patrón del rechazo al disenso. Los métodos de exterminio ofrecen un espectro que va desde los pogrom en la Alemania Nazi y en URSS, con todas sus consecuencias, pasando por las confesiones auto-incriminatoria; los “paseos” sin retorno; el hacer ingerir a los represaliados, hombres y mujeres, frascos de aceite ricino, luego obligarlos saltar y esperar hasta que el efecto degradante llenara de vergüenza a la víctima, para marcharse echando al vuelo la vulgaridad de sus carcajadas; los interrogatorios que comenzaban por desnudar al prisionero para quebrantarle la moral y continuaban con golpizas, ¨vergajazos, aplicación de electricidad en partes nobles y manipulaciones aún más degradantes.
Con el derrocamiento, el 23-01-58, de la que creímos última dictadura, salvo algunos lamentables excesos cuando se combatió la guerrilla castro-comunista, que fueron debidamente sancionados, tales prácticas desaparecieron. Pero he aquí que el horror vuelve por sus fueros, estimulado por el discurso del Bellaco en Jefe.
Es así como nos llena de estupor un acontecimiento denunciado por la Profesora Marta Colomina, en su columna dominical publicada en el diario “El Universal”, según la cual la ciudadana “María Iguarán, en el Municipio Mara, pulsó el NO y salió el SÍ. La presidenta de la mesa le impidió repetir el voto a pesar de sus ruegos. Iguarán rompió la papeleta. Sacrificio perdido porque la rojita, en su presencia, recompuso el ‘voto’ con ‘tape’ y lo depositó en la urna al tiempo que le decía ‘te vas a la cárcel pero votaste Sí y eres revolucionaria’. Los militares del Plan República se la llevaron presa mientras decían: ‘eso te pasa por decirle que NO a Chávez: así aprenderás’. Cuando María llegó a la Brigada, la sala estaba llena. Su caso fue el 512 por ‘delito electoral’. Le quitaron a la fuerza su ropa, e igual hicieron con varias mujeres mayores, una de ellas tenía 80 años. Una vez desnudas fueron obligadas a hacer ‘sentadillas’ frente a otras personas. Todas lloraban avergonzadas”.
Hierve la sangre de indignación y nos acorrala la impotencia, Somos desvalidos ante unos h de p, con el sentido exacto y no con el de hombres de poder, al decir de Manuel Caballero. Esos o no tuvieron madre o no fueron paridos sino defecados.
¿Y la Defensoría de los Derechos Humanos? ¿Y el Ministerio Público? ¡Quién sabe por donde andarán!. Las bestias están desatadas y cargadas de crueldad como las hienas. Pero no importa. Aquí, “Sobre la misma tierra” todo se dilucida y se paga.