Los ‘sangre azul’
La expresión ‘sangre azul’ es una expresión de origen español que viene de la Edad Media, cuando los campesinos que trabajaban la tierra tenían la piel curtida por el sol mientras que los señores feudales al no realizar tareas en el campo conservaban blanca su piel. A través de ella se veían las venas que parecían llevar sangre azul.
Viene esto al caso porque hace pocos días, el señor presidente se refirió a Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas Polar, diciéndole, palabras más, palabras menos, “por muy ‘sangre azul’ que tengas, te expropiamos”. ¿Qué querría decir con esto el señor presidente Chávez?
¿Será que el señor presidente se refería a que todo aquel que no trabaje físicamente la tierra es ‘sangre azul’? Porque de ser así, hay muchísimos que, sin ser empresarios, podemos ser considerados como de ‘sangre azul’ porque nos desempeñamos en otros ámbitos profesionales diferentes a la agricultura, lo que no nos hace mejores o peores, solo distintos en el área de trabajo.
También, alguna vez, hemos escuchado referirse a alguien como ‘de sangre azul’ siendo esta expresión utilizada como descalificación. Como una adjetivación para desmejorar, ofender o poner un manto de dudas sobre las personas, lo que ocurre generalmente en ausencia de argumentos para la discusión. En estos casos, este tipo de valoración desenmascara una intención poco honrosa de quien la profiere. En ocasiones devela una suerte de envidia, de complejo inconsciente de quien no logra ser exitoso. De ser así, quizás, imaginamos que esa expresión podría ser lanzada por alguno como ominosa reacción ante un triunfante venezolano, honroso empresario, generador de miles de empleos, con una capacidad de producción en sus empresas que traspasan nuestras fronteras, con productos cuyas marcas son reconocidas internacionalmente, además de haberse convertido en un emblema de identidad venezolana en numerosas partes del mundo. Pero no, eso sería demasiado mezquino, demasiado malo entre la maldad, y, además, muy poco serio.
Es que la ‘sangre azul’, en Venezuela, corre por todas partes. Corre en las venas de las madres que se levantan antes que el sol para llevar a sus hijos a las escuelas y marchar a sus trabajos. Corre por las de los obreros entre pala y pala de cemento, por las de los taxistas que luchan contra el tráfico, por las de los quiosqueros que nos venden la prensa del día. La sangre azul corre también por las venas de los técnicos de los hospitales, las enfermeras y los médicos que curan a cientos de miles de venezolanos. Corre por las venas de los liceístas, de los universitarios y por las de los maestros jamás suficientemente remunerados y agradecidos por parte de la sociedad. Corre por las venas de los ingenieros, arquitectos, urbanistas, administradores, farmacéuticos, investigadores, científicos y deportistas que nos enorgullecen con sus triunfos. Entre estos últimos, especialmente, por la de aquellos que han sido patrocinados por empresas privadas, como Empresas Polar, que han apoyado durante años tanto iniciativas de investigación, como nuestras ligas de béisbol y fútbol profesional.
La ‘sangre azul’ corre en nuestro país, afortunadamente, también, en las venas de muchos extranjeros que llegaron para quedarse y hacer de esta tierra su hogar y su patria. E invirtieron aquí su tiempo, su dinero y su vida. Y crearon empresas que se convirtieron en símbolo de venezolanidad. Sirvan como ejemplo los riquísimos chocolates Savoy cuyos ‘Torontos’ son piezas de regalo obligatorio cuando alguien viene a visitarnos.
Pero la ‘sangre azul’ gracias a Dios, también corrió en las venas de venezolanos, creadores, visionarios y emprendedores que se hicieron trabajando a sol y sombra para darnos los productos que hoy tenemos y nos enorgullecen por ser cien por ciento venezolanos. Ejemplos sobran: La Maizina Americana, de Alfonzo Rivas y Cía., que utilizaban nuestras abuelas y que aún hoy seguimos usando en nuestros hogares. Nuestro amplísima gama de rones añejos como el Pampero, Cacique y Santa Teresa, nuestras galletas Susy o Cocosete, nuestro café El Peñón, o el café Fama de América, entre tantos otros que gozan de un aroma exquisito, e indefectiblemente nuestras arepas hechas con la preferida de las amas de casa venezolanas, la Harina Pan.
Son apenas unos pocos ejemplos de lo que venezolanos, ‘sangre azul’, llenos de amor por Venezuela, nos han dado. Para llenarnos de orgullo y satisfacción. Para demostrarnos que sí se puede. Como ha hecho, durante tantos años, Polar.