El Editorial
El final de la utopía
Lo que queda es mero pragmatismo y la necesidad de conservar el poder, tratando de hacerle tragar a la población, que creyó en el socialismo del siglo XXI, que los cambios que se imponen no son sino una etapa necesaria para la consolidación del proceso revolucionario.
Sean cuales fueran los argumentos, quince años bastaron en Venezuela para ratificar que la utopía comunista solo conduce a un desabastecimiento generalizado, una destrucción del aparato productivo y no mejora la calidad de vida de la mayoría de los venezolanos.
Las utopías como siempre hasta ahora se convierten en distopías.
Esto de las utopías es como »La vida es sueño» de Calderón de La Barca, una búsqueda de la libertad que va y viene, peo que no acaba de llegar ni tampoco se encuentra, y cuando aparece se esfuma , porque tampoco es lo que creíamos que era. Y es que mientras el socialismo democrático y no democrático se bate en retirada a nivel mundial, tendencias aun no muy bien definidas dan paso a las fuerzas conservadoras que oscilan entre los Indignados y la ultraderecha mas radical y conservadora. Hasta la noción de democracia representativa, nos resulta »incomoda» porque la distancia entre gobernantes y gobernados ya es abismal. y no nos satisface. No obstante, se busca el ir hacia la seguridad que da lo conocido y hasta por razones de supervivencia, nos enrumbamos hacia esa otra utopía que representa la derecha tradicional ; sin embargo,estamos conscientes que tampoco satisface, pero mientras no surja algo nuevo y diferente, no nos queda otra que continuar viviendo en este »mundo de cabeza».
En nuestro caso, esto de la »revolución» ha sido un chasco, un fraude improvisado. Nunca antes las desigualdades y las carencias han sido mas trágicas en esta patria convulsionada, gobernada a las »patadas» y como en la »Crónica de una muerte anunciada» pareciera estar agotándose en si misma y donde el gobernante de turno, ni se atreve a dar el »salto» que lo salvaría ni tiene la voluntad política para ello. Estamos todos atrapados entre los dogmas de una ortodoxia periclitada y obsoleta y una derecha que se mueve entre la inercia y sus propias contradicciones. Estamos de espaldas a la realidad, el modelo se desboronó, las masas se están revelando, y todo nos indica que cualquier salida tendrá que pasar por la amarga medicina de la rebelión. No hay civilidad suficiente como para resolver el conflicto pacíficamente.
Mientras no se implementen medidas de ajuste estructural en el ámbito económico y se continúe emitiendo dinero inorgánico para llenar los bolsillos de papel inservible, estaremos empujando hacia arriba la inflación y los índices de pobreza y miseria colectiva continuarán elevándose como la espuma. Nuestra juventud ha tomado el camino de la emigración obligada y con ello, perdemos la generación de relevo mas preparada;el país muere de mengua, la gente muere en los hospitales entre amputaciones y falta de medicamentos; entre los que están en prisiones y los »libres», se incrementan todos los días los índices de mortalidad, nadie esta seguro ni en su propia casa. Sin embargo, nuestro ministro mas sanguinario y represor, el General Rodríguez Torres , recibe el premio Aquíles Nazoa por su contribución a la »paz y proporcionar información oportuna y veras». No es eso cosa de locos ?. Es como caminar de cabeza y verlo como lo mas normal. Lo grave es que nos estamos acostumbrando a ver tales aberraciones como lo natural y parte de nuestra vida cotidiana. Es el triunfo de la irracionalidad sobre la razón, el triunfo de la contracultura suburbana sobre la cordura. La muerte de cualquier utopía, aunque sigamos creyendo que la verdadera libertad existe.