La maldición
“Rodríguez hizo lo que parecía imposible: que extrañáramos a Bernal”. Con esta sentencia lapidaria (El Universal, 22/03/09) resume un vecino del Municipio Libertador los primeros cien días de gestión del Alcalde recién estrenado. El periodista trata de excusarlo recordando que los primeros setenta y siete días, a solicitud del jefe supremo, tuvo que dedicarlos a dirigir la campaña por la reelección indefinida. Ninguna novedad, pues ya su antecesor justificaba la poca atención a sus obligaciones como Alcalde con su dedicación a “hacer la revolución”. ¿Será que pesa una maldición sobre el más grande de los municipios de la capital? En todo caso el resultado es que recorrer incluso sus espacios más nobles da grima, y aunque en ello la responsabilidad del ex-alcalde es intransferible, la intuición del vecino acerca de lo escasamente promisorios que resultan los primeros pasos de su sucesor no anda desencaminada.
Pocos ejemplos más vergonzosos del abandono de ese municipio que la avenida Urdaneta, su arteria principal, a lo largo de la cual se localizan algunas de las más impor-tantes dependencias del gobierno nacional incluida la sede de la Presidencia de la Re-pública. A mediados del siglo XX ella fue orgullo de los caraqueños no sólo por ser una vía inusualmente espaciosa para los patrones de la Caracas de entonces, sino sobre todo por sus aceras generosas, diseñadas con sabiduría y perfecta continuidad a lo largo de sus más de dos kilómetros; todo ello mucho antes de que Antanas Mockus declarara que la acera, dominio por excelencia del ciudadano común, debía considerarse espacio sagrado. Quien la recorra hoy pensará que quien escribe alucina: lo que ahora la caracteriza no es únicamente la suciedad y ruina del pavimento o los contenedores rebosantes de basura que con el improvisado mobiliario urbano conspiran contra el normal discurrir de los peatones, sino también, presencia ineludible, los olores repulsivos a materias orgánicas en descomposición. Debemos suponer que los altos funcionarios que despachan desde los edificios que la flanquean nunca ponen el pié en ella. ¿Lo hará alguna vez el nuevo Alcalde?
Ejército de ocupación. Eso gritan las fotos de tropas con el kalashnikov terciado ocupando nuestros puertos y aeropuertos.