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Miraflores dicta sentencias

El carácter inverosímil de la denuncia no podía escapar a Maduro ni a su equipo de asesores. Pero ellos confían en que será un descrédito momentáneo, rápidamente sepultado  gracias al férreo control mediático y a sus equipos creativos.

El gobierno está seguro de que los tribunales que conocerán la denuncia, Tribunal Supremo de Justicia incluido, aceptarán las copias de los correos electrónicos como prueba definitiva e irrefutable y procederán a encarcelar a los supuestos magnicidas.  Irán a la cárcel, al igual que Leopoldo López, con pruebas amañadas.  Con el mismo mecanismo perverso irán dejando fuera de combate político a todo opositor activo.  Solo quedarán en libertad los opositores resignados y silenciosos, montados en la tesis de que lo “inteligente” es dejar que Maduro gobierne tranquilo hasta 2019.

Se está conformando una dictadura totalitaria, copia al carbón de la imperante en Cuba.  No es exageración.  Hacia allá nos arrastran.  A los estudiantes que se movilizan sin violencia (el ingrediente de violencia lo aportan los infiltrados) seguirán  reprimiéndolos con ferocidad; y a los dirigentes políticos que hacen oposición constitucional se les encarcelará.  E irán siendo encarcelados todos los dirigentes políticos que reclamen y protesten.

Esta es la explicación de la denuncia sobre un supuesto magnicidio.  Claro que también le sirve para distraer la atención colectiva de la paliza electoral fuera de serie en San Cristóbal y San Diego, también le sirve para que los venezolanos no estén pendientes de la incontrolable crisis económica que empieza a golpear severamente sus estómagos.

La crisis nacional es profunda.  Maduro ni su equipo puede superarla.  Y todo se agrava por la ceguera del gobierno y la falta de unidad en la oposición.  Ante este panorama poco alentador he recordado las vísperas de la Segunda Guerra Mundial.  Hitler pronunciaba discursos incendiarios contra las potencias occidentales.  El entonces Primer Ministro Inglés, Neville Chamberlain,  decide dialogar con Hitler y vuela a Alemania a entrevistarse con él.  Después de una segunda entrevista  regresa exultante a Londres, y declara: “Se ha salvado la civilización.  No habrá guerra mundial.  Podemos estar tranquilos.  Hitler cumplirá su palabra”.  Pocas semanas después el ejército alemán invadió Francia y la aviación alemana inició los terribles bombardeos de Londres.  Churchill sustituyó a Chamberlain como Primer Ministro y encabezó la resistencia contra el plan de Hitler de dominar al mundo. Fue una lucha muy dura pero la democracia se salvó de ser destruida por el megalómano nazi.

En Venezuela la democracia agoniza y el país está siendo explotado como una colonia de Cuba y ahora también de China. El momento venezolano exige muchos Churchill y ningún Chamberlain.

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