La lucha abierta es el camino
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Bajo las más duras circunstancias, con el peso de la Inquisición sobre él, el sabio Fray Luis escribe uno de los magistrales poemas de nuestra lengua, Vida Retirada. No ha sido nunca el mundo fácil al pensamiento libre y menos a quien con él busca la verdad, por la cual se le condena a casi cinco años de prisión. ¿De qué se acusó a Fray Luis?, pues, de hacer observaciones a la Vulgata por las deficiencias que el fraile encontrara en ella, de modo que prefirió a la traducción de San Jerónimo su propia versión, hecha directamente del hebreo y contrastaciones con el griego. Los motivos de estas traducciones, y la excelsa subjetividad en la escogencia de los textos que tradujo (El cangar de los cantares, Salomón; el Libro de Job…) serán motivo de interpretaciones bien opuestas, que descubren más que los intríngulis de los conflictos teológicos entre las congregaciones de dominicos y agustinos, de donde salían los jueces de la Inquisición, los asuntos relacionados al poder, que siempre está en juego, mucho mas que los asuntos “teológicos”, subterfugio para esconder, enmascarar la verdadera cualidad del conflicto, ante el cual, el poeta, aparentemente busca refugiarse en el aislamiento del campo, para el encuentro de uno consigo mismo, ante el asco que los asuntos mundanos, políticos provocan; del mismo modo en otra dimensión, pero con la misma esencia, se puede ver en el Soliloquio de Segismundo, de Calderón, pues si bien La Vida es Sueño, pareciera hacer del sueño la verdad de la vida, en su substancia la verdad del Soliloquio, la constituye las relaciones esenciales del hombre con su existencia. Menos excelso pero más abierto estuvo presente el Cambalache, de Discépolo, que resume la vida, de manera tan transparente que resulta una verdad eterna, o casi: el mundo fue y será una porquería bien lo se…
No se trataba de una discusión filosófica, una introducción literaria a la filosófica, y menos una introducción filosófica a la literatura, que bien puede ser de sencilla concreción, que para tanto dan estos autores nombrados, digo mejor, sus obras, sino de consideraciones existenciales de gente de diversa formación, de concepción del mundo, del hombre, de la historia, ante el hecho político, cultural, social, económico, la impunidad, la corrupción, la inseguridad, vale decir, ante la crisis que vive el país, digo mejor, que la gente vive, que vivimos nosotros, que nadie podría negar y que si bien puede ser mirada con los ojos de Sancho, o valorada por los de Don Quijote, o con el sentido común de Sansón Carrasco, u observada, valorada tal como lo hacen Fray Luis, Calderón, Discépolo, la crisis está aquí, vive entre nosotros y contra nosotros. Y esta crisis tiene como expresión inmediata, su forma, entre otros, los casos Baduel, Puente Llaguno, Manuel Rosales, el 4F, Danilo Anderson, Cristóbal Colón, forma que expresa un conflicto muy complejo, que tiene que ver con el Poder, y la inmensa tragedia que implican las relaciones con un poder sin posibilidades de gloria, que son posibles, sólo cuando la acción política está fundamentada en el riguroso conocimiento, en la ciencia, incluida la historia, la filosofía, orientada bajo un rigor ético, que impida que entre los medios y los fines, vale decir, que las estrategias, tácticas, prácticas, instrumentos, lenguaje, etc. haya distancias en donde la ineticidad, la inmoralidad, la corrupción, el crimen, el terrorismo de estado y el estado de terror, como su efecto, sean utilizados de manera pseudo legítima para alcanzar y perpetuarse en el poder.
Esta es nuestra tragedia que impone su desciframiento y por no ser la verdad patrimonio ni propiedad de nadie, sino una búsqueda a la cual se llega por consenso, por inferencias dialógicas, por tanto, obligados estamos a replantearnos nuestra labor, cada uno desde su óptica, pero cada quien reconociendo al otro. No por azar escogimos los ejemplos concretos. A Colón se le “asesina”, cuando se despotrica de él, se le destruye su estatua, tal como los talibanes actúan, los inquisidores sin el menor credo, cuando se desconoce la significación de su obra, cuando de manera histérica se pasa por encima de la historia, de la verdad que intemporal se afirma. Empero ese asesinato, culturicidio, no tuvo el análisis correspondiente y no se dio la respuesta oportuna, la cual habría puesto en evidencia la patología del régimen, su ausencia de fundamentos, entre ellos, desde luego, el humanismo. El asesinato de Anderson, jamás será resuelto porque develaría cuales son sus verdaderos asesinos y cuales los intereses que entraron en el monstruoso asesinato, típico, propio del poder que, de alguna manera, se sabía descubierto en sus obscenidades macabras. La estupidez estuvo por encima de la razón y hubo alegrías desbordantes, la de unos, porque su muerte garantizaba el ocultamiento, la de otros, porque vieron en esa muerte, la desaparición de un villano, del verdugo para las ejecuciones dispuestas por el régimen. Sobre el 4F la crítica se ajustó al discurso de Caldera y otras aberraciones que conformaron ese juego e incapaces se ha sido de recurrir a los tribunales locales e internacionales para hacer justicia, para exigir condena por los crímenes de lesa humanidad que allí se cometieron. No se hizo y pareciera hoy carecer de significación, porque los intereses en las cosas del poder, la salida de Pérez, estaban muy por encima de la razón crítica, de la verdad, de la ética. Bajo la más absoluta impunidad quedaron tan abominables asesinatos, que la moral ubicua, dicho exactamente la inmoralidad en la política, justifica como actos de la revolución, y con la mayor complicidad, se negaron ayer y aun hoy a ver los hechos en su verdadera dimensión. Las relaciones y ansias de poder los hicieron y aun los hacen cómplices. Una mirada a los diversos factores, sectores, etc., que apoyaron a Chávez once años atrás, diez, nueve, siete… pone en evidencia la verdad de estas afirmaciones.
Puede el lector ayudarme con sus propias inferencias fáciles de hacer sin probabilidades de error si estudia el caso Baduel, compadre del presidente, general en jefe por sus servicios prestados a la revolución, al proceso. Es exacto decir, por haber sido el héroe en la restitución del poder al presidente. Puede estudiar los hechos de Puente Llaguno y sin pasión alguna podrá descubrir las aberraciones de la sentencia. Pero el caso Rosales alcanza proporciones inéditas en nuestra historia política. No se trata de la corrupción, de la cual no se si JM Delgado Ocando repetiría lo dicho en otros tiempos, “si se para la corrupción, colapsa el estado”. No se trata, lo cual es evidente, de la violación al estado de derecho, al debido proceso, etc., sino que en este caso, Rosales, hay intereses más complejos, casi extraños, que parecieran moverse desde la psicopatía al terrorismo de estado. Se trata más que de su muerte política, de la exterminación de sus raíces, de la estrangulación pública como el modo de aniquilar a su familia a fin intimidar al extremo a todo un pueblo. Procedimientos de la más miserable inquisición, del más temible terror del nazismo, de las indefinibles aberraciones del stalinismo y del macartismo. Se trata esencialmente de crear un estadio de angustia popular, de miedo, de pánico, de terror, que impida el ejercicio de la consciencia como arma política, y que la abulia y la indiferencia absoluta, la ataraxia, se instalen en la vida cotidiana, en la vida de cada ser para convertir en momia al ciudadano, la variante más macabra de la tesis de ministro Giordani, para quien solo en la miseria se puede desarrollar la revolución. Ante esto una sola respuesta es trascendente: el combate a través del arte, la cultura, el conocimiento. En ello coincidimos, tanto los “chavistas” críticos, que quieren salvar el proceso y quienes observamos sus dantescos, quizá mejor, sus pantagruélicos límites. Levantemos las voces tras la verdad y hay de quien quede mudo, chavista o no chavista. El silencio asesina y es la muerte.