Granier, Rctv y la democracia
Se cumplieron 2 años (27 de mayo de 2007) de la ejecución de un estupro, de una de las vilezas más relevantes cometidas por un gobierno en la historia política, social del país.
RCTV fue clausurada por un hombre poderoso y ruin que podía hacerlo a su capricho, para vengarse de otro, Marcel Granier, que con independencia de la opinión que podamos tener sobre él, si es que para algunos fuera malo el juicio sobre su trayectoria, ha mostrado una determinación, un coraje, una valentía y firmeza para enfrentar al tirano que no sólo ha tratado de arruinarlo, sino que lo ha hecho la víctima preferencial de una implacable persecución, donde la pezuña despótica y la bajeza de una total voluntad de dominio no se han detenido ni han ahorrado medios para humillarlo e instigarlo a correr, callar y sucumbir. Granier, con honorable altivez se ha redimido de largo -incluso para aquellos que no lo quieren-, no solamente manteniendo la señal de RCTV vía cable y empleando a muchos de los trabajadores que absorbía la señal abierta, sino aguantando su propio martirio ante las extremas condiciones de hostilidad que le toca vivir a diario junto a su familia y, ejemplificando como víctima, la avarienta mezquindad animal que lleva de suyo todo totalitarismo. Su permanencia en Venezuela, es en muchas formas un riesgoso desafío que le hace a sus perseguidores y un inequívoco signo de que el país no se rinde y que apuesta sin bajarle ni un milímetro la cabeza a sus verdugos por la Venezuela libertaria y democrática, que es el único futuro digno que nos espera, siendo irrelevantes los perpetuos y siniestros planes con que fantasean los esbirros de Venezuela.
No hay duda tampoco de que el cierre de RCTV forma parte también de un ataque organizado, de hondo aliento criminal, de liquidación de las libertades públicas y de su hermana mayor, la libertad de expresión. Después de ser clausurada la señal de RCTV el incremento por imponer el pensamiento único no se ha detenido. Sin embargo, es bueno destacar que la liquidación de RCTV no se revirtió en mayor audiencia para el locutor unidimensional cuyo mensaje exclusivo es, aparte de agredir al adversario democrático, reeditar el mensaje del fracasado modelo del comunismo cubano soviético. Nuestro pueblo debe estar harto de estas peroratas mendaces, de las infinitas promesas incumplidas y de la eterna agitación por la camorra interna e incitación a una guerra, con un enemigo internacional inexistente. El llamado Sistema Nacional de Medios Públicos, por su lado, que incluye la frecuencia del canal popular usurpado, es un chasco de dimensiones inocultables. Verdadero monumento al tedio, al aburrimiento, a la repugnancia, auténtico homenaje al hastío nacido al calor de la monocorde e insoportable pesadez del discurso presidencial.
Porque la raíz de fondo del totalitarismo es la tristeza, al ser esta la novia de la muerte. RCTV era un canto a la diversidad, pero también a la alegría, a la diversión, a los gratos sentimientos que recrean nuestra existencia. Su liquidación nos hizo menos libres y la vida más áspera, pero nos afinó a todos, sin excepciones, el justo valor por la libertad.