Los venezolanos discuten
“Crisis: mutación considerable que acaece en una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya sea para agravarse el enfermo; o una situación en que está en duda la continuación, la modificación o el cese”.
Helena Arellano Mayz: ¿Murciélago o mariposa?,ed. 2005,p.31
Es necesario para los venezolanos más que discutir dialogar sobre sus problemas actuales. Pero la gravedad de los sucesos nos obligan a la ponderación, sobre todo en este momento en que estamos ante la disolución constitucional del país. Debemos hacerlo pero sin exaltación porque esta no nos lleva a ningún lugar. Solo el Poseso, que dice el gran Zapata, el “locato Papa Upa” como lo llama de Eduardo Liendo (El ultimo fantasma. Caracas: Alfagura,2008,p.43 y 83) es el único que gana. El y su cohorte de mediocres.
Esa ponderación que nunca se nos debe extraviar es la misma que aconsejó el Libertador, la que reconoció en el ecuatoriano José Joaquín Olmedo(1780-1847) cuando le dijo(San Carlos: junio 13,1821): “La carta de Vd. está marcada por el sello de la razón: ella muestra un hombre sensato, que ve con perspicacia y juzga con reposo; que alcanza a descubrir el verdadero valor de las cosas que maneja, y sabe conjurar las tempestades que le amenazan, mostrándose superior a cuanto podría agobiar a otro”(Escritos del Libertador. Caracas: Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1988,t.XX,p. 154).
Pero ese diálogo deben hacerlo mucho los venezolanos pero sin gritar porque haciéndolo no se escuchan los unos a los otros y eso es necesario.
Nuestro programa colectivo de acción debe ser realizado dentro de los parámetros de la no-violencia que fue la que produjo no sólo dos grandes líderes en el siglo XX, Gandhi y Luther King, sino dos grandes procesos sociales, de inmensas consecuencias.
Así la búsqueda de nuestra salida, necesaria, imposible de no alentarla en estos días, debe ser siempre pacífica, constitucional y electoral.
El programa de acción debe basarse en la busca de la impostergable unidad nacional, hay que poner fin a la división e instalar la reconciliación de todos.
Ese programa debe ser bien trazado y cuidadosamente concebido a través del diálogo de todos, de las comunidades, desde ellas al país.
Ello nos debe llevar a la vertebración de un movimiento opositor coherente, cosa que no hemos logrado hacer hasta hora por la impericia de los viejos carcamales de la política quienes desean a través de los ciudadanos disidentes de hoy volver a llegar al poder para retornar hacer todo lo malo que hicieron, fueron ellos lo que destruyeron la democracia. Pero ellos, eso no hay que perderlo de vista, ya no volverán, la llamada Cuarta República terminó, hoy es solo historia y esta no se repite.
Todos deben al unísono actuar a favor de la comunidad y oponerse a Chávez porque no hay que olvidar que la democracia es nuestro sistema de vida, asentado plenamente gracias al “Decreto de Garantías”(agosto 18,1863) y a la gran marcha, del “Día de la democracia”(Manuel Caballero), el 14 de febrero de 1936, en la cual participaron todos los adultos, hombres y mujeres, que vivían en Caracas.
El programa de acción que requerimos está en la Constitución de 1999.
La edificación del futuro, sobre el cual todos preguntan, está ya expresado tanto en Plan Consenso país, elaborado por Diego Bautista Urbaneja y Pompeyo Márquez o en las sensatas proposiciones de los autores del volumen Como construir un país en nuestro tiempo(Caracas: Fundación Francisco Herrera Luque,2005.192 p.): José Gabaldón Anzola, Alberto Quirós Corradi, Luis José Uzcategui, Ana Teresa Torres, Ruth Carriles, Mercedes Pulido, Ramón Duque Corredor, Orlando Ochoa y James O. Rodner.
SOCIALISMO
Es necesario, para oponerse bien a este régimen autoritario y marcadamente antidemocrático, conocer bien sus bases de sustentación ideológica. Hay que conocerlas aunque es errado todo lo que propone Chávez y su gente, nunca se les puede llamar equipo dada sus incoherencias y falta de preparación, son más bien un pelotón que obedece, olvidan que los habitantes de nuestro país dejaron de ser un rebaño hace mucho tiempo, que saben pensar y se dan cuenta, pese al desconcierto de estos días, de lo que sucede.
De allí que lo ideológico de Chávez y el chavismo debe ser estudiado, con atención. Tenemos un primer insumo insustituible: el libro de analista histórico político mexicano Enrique Krause: El poder y el delirio(Caracas: Alfa, 2008. 373 p.) que no es sólo uno de los mejores estudios del chavismo hechos, después de los de Manuel Caballero, sino que es una de las grandes obras sobre la Venezuela de estos días, el hecho de ser su autor extranjero le añade un ángulo de observación mayor.
Pero para penetrar en el chavismo debemos darnos cuenta que su revolución no es tal. La idea de revolución ha sido usurpada siempre por los regímenes fascistas, como el Chávez, como bien lo demuestra el análisis de esta tendencia hecho por el politólogo y buen historiador español Raul Morodo(Enrique Tierno Galván y Fernando Pessoa, dos maestros del pensamiento ibérico. Caracas: Monte Ávila Editores, 2007,p.170).
Es por ello que el análisis de la ideología chavista, la llamamos así aunque no creemos que exista, lo que hay es un batiburrillo de marxismo mal entendido y de idea postmodernas apenas entendidas, porque las bases del postmodernismo son bien complejas, lo saben bien quienes las han estudiado con sentido.
Hay que volver a estudiar el socialismo, la idea que impregna, desde los años cuarenta del siglo XIX, una parte del debate político e ideológico del mundo. Hay que hacerlo sin tener miedo, sin temer el horror que nos llega de la contemplación de lo que fueron los regimenes del socialismo autoritarios, impulsados desde la URSS desde 1917, proyecto que cayó por su propio peso como todos los sabemos.
Para entender el socialismo hay que partir de las ideas de Gracchus Babeuf(1706-1797), el creador del socialismo en los días de la Revolución Francesa. Pero sus ideas no tuvieron eco entonces. Babeuf terminó en la Guillotina. Sus ideas fueron comprendidas ya en los años treinta del siglo XIX cuando en verdad apareció el socialismo utópico en la arena pública.
El socialismo utópico es el pre-marxista. Fue el gran movimiento humanista del
siglo XIX, no llegó al poder como tampoco lo logró Carlos Marx(1818-1883), quien seguramente nunca se lo planteó, de hecho era un mal político, prefería estar encerrado en su biblioteca escribiendo, eso era lo suyo: el del oficio del pensador.
Durante el socialismo utópico se hace necesario estudiar las iniciativas del británico Robert Owen(1771-1858), las de los galos Saint Simón(1760-1825), Flora Tristán(1803-1838), inventora del lema “proletarios del mundo uníos” que siempre se atribuye a Marx, Charles Fourrier(1772-1837) y en Italia de Etienne Cabet(1788-1856).
SOCIALISMO AQUI
Y hay un hecho más: en la Venezuela de Chávez, con quien se ha vuelto a hablar de socialismo y de marxismo entre nosotros, y sobre todo de algo que no existe en la teoría política, “el socialismo del siglo XXI”. Esto sería asunto largo e interesante de analizar. Sólo queremos recomendar una cosa: el socialismo fue vencido, cayó, es historia. No puede ser revivido. Sólo los dinosaurios marxistas, esos viejitos de pelo blanco, personas derrotadas, tanto que ni siquiera logaron llegar nunca ni a ser diputados en lo que ellos denominan la “Cuarta república”, esos que siguen a Chávez y aparecen en el Canal Sur o en Venezolana de Televisión o en Vive TV, son los que esperan que la noticia de la caída del Muro de Berlín sea rectificada. Nada de ello es posible. El devenir no es hacia atrás sino hacia adelante. Pero pese a ello la única forma de rebatir a estos matusalenes es volviendo a estudiar, lo que nosotros recomendamos, todo el movimiento socialista, que se inició en Francia en los años cuarenta del siglo XIX, que hecha sus raíces en las ideas de Gracchus Babeuf, eso que se denominó el socialismo utópico, el nombre se lo puso Federico Engels (1820-1895) para diferenciarlo del socialismo científico que cultivaban Marx y él. El socialismo utópico que fue, repetimos, una de las grandes corrientes humanísticas del siglo XIX, tanto que a través de una de sus más bellas figuras, Flora Tristán, dio materia a Mario Varga Llosa, siempre apasionado de estos asuntos, para escribir su magnífica novela El paraíso en la otra esquina (Bogotá: Alfaguara, 2003. 485 p.). Recomendamos por ello, para poder realizar una polémica intelectual serena y sensata, un buen conocimiento del socialismo y del marxismo.
FASCISMO
Pero además hay que estudiar y explorar ahora, está engolfado dentro de una errónea exposición del socialismo a la que asistimos, aquello que es lo que define al chavismo: el fascismo, como lo puede comprobar bien que siga sus pasos y conozca el desarrollo del fascismo que aquí nos ha llagado por la vía Mussolini-Hitler-Stalin-Castro. Los mejores argumentos sobre este punto los desarrolló a tiempo, en 1998, Manuel Caballero en Contra el golpe, la dictadura militar y la guerra civil (Caracas: Catalá Editor, 1998. 173 p.) y hace poco el mexicano Enrique Krause en El poder y el delirio. La única forma de enfrentar este debate, como se puede observar, es esgrimiendo argumentos históricos bien comprobados. Sobre el fascismo será de utilidad la relectura de dos obras bastante esenciales sobre ese modo político, vencido por el poder de las armas en la Segunda Guerra Mundial. Nos referimos a la de Ernst Nolte: El fascismo en su época.(Madrid: Ediciones Península, 1967. 615 p.) y al de Stanley G. Payne: El fascismo.(Madrid: Alianza Editorial, 1982. 248 p.).
Y también el fascismo terminó. Y es insólito que se le haya revivido en Italia, uno de los países que lo sufrió, que los italianos hayan olvidado su historia, a través de Silvio Berlusconi, un personaje demasiado parecido a Chávez como se puede ver en los ensayos que sobre este político escribió Umberto Eco en su libro A paso de cangrejo(Caracas: Debate, 2007. 389 p.) cuya lectura tan inquietud despertó entre nosotros porque nuestros lectores descubrieron al repasar sus interesantes páginas el paralelismo Chávez-Berlusconi.
LOS PERSONAJES DEL PASADO
Y en lo que se refiere a los personajes del pasado, sobre todo los de la historia de Venezuela, en cuyo examen se han engendrado lo que denominamos las “falacias del chavismo”, debemos utilizar no argumentos políticos sino los propios del discurso de la historia porque no podemos utilizar los personajes históricos, seres de un lugar y un tiempo, como un arma política porque así no pueden ser entendidos. Las falacias históricas del chavismo, e incluso la de algunos intelectuales de la oposición porque ahora existe también el bolivarianismo escuálido, pernicioso porque es anti-histórico también, sólo pueden ser respondidas con argumentos de la historia pero utilizados desde el punto de vista histórico. Esta para rebatir la falsa interpretación del socialismo, colocar nuestra historia en su cauce, desmentir la especie de que el Libertador fue socialista, tendencia que no existía en su tiempo. Bolívar fue, sobran las pruebas para demostrarlo, un Ilustrado, un seguidor de las ideas y autores Enciclopedistas. Y terminamos esta parte con una bautade: el único contacto que Simón Bolívar tuvo con el socialismo fue cuando conoció a la bebe Flora Tristán en el París de 1804, cuyas papás eran queridos amigos suyos.
CUATRO PENSADORES
El estudio de estos tópicos, demasiado importantes para la Venezuela de hoy, para el debate político, es examinar el siglo XX. Esta centuria se sostiene sobre las obras de cuatro grandes pensadores: Marx, Sigmund Freud(1856-1939), Albert Einstein(1879-1954) y Federico Nietzche(1844-1900). Los tres primeros judíos, cosa nada casual dada la potencia de la cultura semita. El último, Nietzche luterano pero muy influido por las ideas hebreas, le gustaba mucho tocar en el piano a Félix Medelssohn, compositor judío, como un día lo comprobó su amiga la notable y perturbadora Lou Andras Salomé(1879-1932), tanto Freud como el autor de Mas allá del bien y del mal cayeron bajo sus mil hechizos de mujer bella y supremamente inteligente.
Este estudio, las ideas de cuatro hombres del siglo XIX que dejaron la huella en lo que fue la siguiente centuria, debe comenzar por Marx.
Hay que mirar lo que significó lo que pensó como filósofo y analista, mal político porque aquello no era lo suyo. Cuando en Londres se reunía con los obreros dejaban de entrada muy claro que el era el doctor Carlos Marx.
Marx, esto se olvido demasiado, escribió sus obras y análisis para los países del capitalismo avanzado(Inglaterra, Alemania, Francia) nunca para la atrasada Rusia de su tiempo.
Poesía un gran desconocimiento de la historia y realidad de América Latina como lo dejó claramente dicho en el artículo que escribió sobre el Libertador, que le fue siempre tan criticado(El Bolívar de Marx. Caracas: Alfa, 2007.105 p.).
Y por lo dicho antes, Marx nunca escribió pensado en Rusia, por lo cual es distinto el marxismo de Marx a su transformación que de sus concepciones hizo Lenin(1870-1924), que terminó en las grandes dictaduras que hoy conocemos como “socialismo autoritario”. Y ello fue un contra sentido porque socialismo sin libertad no es socialismo. Nos lo demuestran hoy los regímenes del socialismo democrático quien han gobiernan en Alemania, Inglaterra, España o Chile.
Y las ideas económicas llegaron hasta la crisis de la economía europea a fines del siglo XIX: la de 1873-1896(ver Umberto Eco: Historia de la belleza. Barcelona: Lumen,2001,p.364) y como mucho hasta la Gran Guerra(1914-1918) porque en todas las crisis el capitalismo siempre se mostró fecundo en sus respuestas para superar los malos días e inventó soluciones: para la crisis de fines del siglo XIX, para las consecuencias de la Primera Guerra Mundial y para reinventarse tras la caída de la bolsa en Wall Strett en 1929.
Es por ello que hoy es imposible invocar a Marx, como hacen algunos dirigentes chavistas, para organizar nuestra política económica: las ideas económicas de Marx ya son solo historia, pasaron. Y hace mucho tiempo. Lo cual no le quita a Marx ser considerado como uno de los grandes filósofos de la historia, como uno de los grandes pensadores de la humildad o como el autor del mayor análisis del capitalismo centrado en la comprensión del sentido del dinero, pero ello siempre dentro del estudio del pasado, de la historia, no del presente. Aquella explicación de un ministro de Chávez, ante un grupo de periodistas, de que se iba a seguir una política determinada porque aquella era la indicada por Marx no podía ser más errada: a nosotros nos produjo una inmensa carcajada:¿en qué momento, en que época viven estos hombres?¿Se puede gobernar añorando al pasado, queriendo revivir lo inerte? ¿Es que el presente a este hombres y mujeres no les dice nada?. Y lo decimos porque nada es más grave en los seres humanos que no amar su tiempo, sus días. Al no hacerlo se ponen en contradicción con él. Representan el papel incomprensivo de lo que sucedía delante de él, del nuevo camino tomado por la sociedad, que encarnó en los días de la emancipación el realista caraqueño José Domingo Díaz(1772-¿1834?).
En todo caso la sociedad sobre cuya economía escribió Marx había desaparecido en 1917 cuando los bolcheviques, dirigidos por Trotski(mientras Lenin se paseaba por los pasillos del edificio Smolny), tomaron el poder a las dos de la madrugada del miércoles 7 de noviembre de ese año, era 25 de octubre en Rusia por lo que el gran movimiento que dividió la historia de la humanidad fue llamado la “Revolución de Octubre” por regirse los rusos por el Calendario Juliano mientras occidente lo hacía por el Gregoriano.
No hay exageración en que la revolución de 1917 mutó la historia. No ha había habido un movimiento de esa categoría. De allí la singularidad de Lenin. Por ello no se equivocó nuestro Miguel Otero Silva(1908-1985) cuando afirmó que Cristo y Lenin habían sido las dos más grandes figuras de la historia de la humanidad. Pero primero trajo el reino del amor, de la fraternidad, de la comprensión. El otro oprimió y asesinó a millones, más que el propio nazismo.
La esencia de la doctrina de Marx: es el dinero, la “teoría general del dinero…la parte más brillante de El Capital”, según un estudioso de los fuera de serie, el español don Enrique Tierno Galván(Cabos sueltos. Barcelona: Bruguera, 1981,p. 77-78).
Pero la ideas de Marx son de esencial examen porque en cierto momento del siglo XX, con las mutaciones introducidas en sus ideas por Lenin, masacradas esas ideas por Stalin(1879-1953), la mayor parte de la población del mundo vivía bajo regímenes comunistas: la URSS y los llamados países del Este europeo y China, los más poblados.
La contribución de Freud está colocada en la esfera de la vida psicológica de la personas y en la esencialidad de la sexualidad. Obras claves son dentro de aquello a lo que nos referimos La interpretación de los sueños(1900) y El malestar de la cultura.
Nietzche(1844-1900) es singular por muchas de sus lúcidas observaciones como la voluntad de poder, sus ideas sobre la forma como el ser humano debía buscar la forma de superar lo que lo hace mediocre. Así hablaba Zaratrusta(1883) es una de sus obras más singulares aunque no dejaríamos de lado los aforismos de Más allá del bien y del mal.
En Einstein no se ha visto bien aun que su Teoría de la relatividad(1905): tiene incluso connotaciones existenciales: todo depende del punto, desde el ángulo, desde donde se le mire. Y eso ha conformado a nuestra época.
EL SOCIALISMO HOY
Hay que tener claro que si el “socialismo democrático” se derivó del de Marx-Engels y de la Primera Internacional, como fue el caso del alemán(1869) tuvo un desarrollo posterior después de la Segunda Guerra Mundial(1939-1945) que es el que vemos hoy en el poder en naciones democráticas. Tal el laborismo inglés, escandinavo, el español a través del PSOE, el de Chile.
Pero siempre hay que recalcar que la influencia del socialismo ha sido muy grande en el siglo XX hasta el punto de impregnar incluso a la Democracia Cristiana.
Pero creemos, es lo que se puede deducir de la amplia Historia del pensamiento socialista(México: Fondo de Cultura Económica, 1964. 6 vols) del profesor británico George Douglas Howard Cole(1889-1959), libro clave aun hoy, que en verdad debe hablarse más que de socialismo de “socialismos”, conclusión a la que también nos lleva otro clásico: Hacia la Estación de Finlandia(Madrid: Alianza Editorial, 1972. 572 p.) del norteamericano Edmud Wilson(1895-1972), que es otra lectura obligatoria sobre el tema.