Promover la anarquía
Las situaciones conflictivas, como la provocada torpemente por el régimen bolivariano, encuentran su momento de resolución cuando se llega a extremos que las hacen insoportables. Las últimas medidas arbitrarias e ilegítimas del régimen, los atropellos y las amenazas de su dirigencia, han alcanzado su máxima expresión, ante una reacción todavía indefinida y probablemente confusa de los afectados.
El régimen ha cometido todos los errores; pero, el más grave ha sido quizás la promoción planificada del desorden y la anarquía. Las declaraciones de Hugo Chávez y de la dirigencia revolucionaria autorizada son verdaderamente alarmantes. Las últimas, en medio de la euforia de su programa dominical y del anuncio de nuevas expropiaciones y políticas contra los intereses de los ciudadanos, son un auténtico llamado al desorden y a la desobediencia, a la anarquía, en pocas palabras. El Presidente procede, sustituyendo el orden jurídico, lo que es usual en él, a regular los alquileres por la vía del micrófono, ignorando los procedimientos legales previstos y provocando una mayor inseguridad jurídica. Una intromisión propia de quien dirige un régimen como el revolucionario bolivariano que usurpa el poder popular e ignora la estructura del Estado y las competencias de sus órganos.
En medio de la mentira y del engaño producto de la mentalidad fascista, el régimen procede a repartir neveras y lavadoras “de buena calidad” y “vergatarios” de confección chino-iraní, entre afectos e incrédulos; una auténtica bofetada a la dignidad del usuario, desprotegido, manipulado por un vendedor de ilusiones que hasta ahora habría tenido cierto éxito. En su afán de maquinación, el régimen anuncia nuevos logros en la economía, en el sector agrícola, en fin, grita sobre el “éxito” del modelo comunista que quieren imponernos los trasnochados del siglo XXI, en medio de una triste realidad: la pobreza integral que nos hunde.
Estamos al borde del abismo y el Teniente Coronel presidente pareciera estar dictando la orden militar: Un paso adelante. Lamentablemente, todavía algunos se prestan al juego. Muchos interesados, pocos verdaderamente convencidos de las bondades del proyecto y de la anunciada “hegemonía socialista” que promueve en el héroe del 4 de febrero. Irresponsables hoy, responsables mañana del desastre al que han llevado al Estado y al país. Marcianos y testaferros, enriquecidos ilícitos, gilipollas y usurpadores, desobedeciendo al dogma del “líder”, de “ser rico es malo”, tendrán que rendir cuenta ante el país, en su debida oportunidad. No hay plazos, tampoco prescripción, menos perdón. Los crímenes contra la patria son tan graves como los de lesa humanidad.
Los atropellos avanzan, es cierto; pero, las reacciones brotan en favor de los valores democráticos y de la lucha por la justicia y la libertad. Mientras muchos desaprueban con su silencio las barbaridades revolucionarias bolivarianas, algunas instituciones internacionales, por el contrario y valientemente, se expresan condenando las violaciones del orden jurídico y de los derechos de los venezolanos, descubriendo la cara totalitaria de un régimen aparentemente democrático. La resolución del Parlamento Europeo, adoptada en días pasados por una inmensa mayoría de representantes de todas las corrientes democráticas; el Informe de la CIDH que Hugo Chávez envió irreverentemente al “cipote” y las decisiones que, sin duda, adoptarán los órganos competentes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), confirman el cambio que se opera en el mundo, en cuanto a la realidad venezolana.
El régimen, acorralado por su ineficiencia, por su ignorancia y su extrema arrogancia, por la corrupción generalizada que le atraviesa horizontal y verticalmente, promueve el desorden y la anarquía, burlándose de los más vulnerables que sufren en carne propia sus desaciertos.