Opinión Nacional

Los intocables

Caminaba el otro día por el centro de Caracas, cuando me detuve a conversar con una señora que por allí habitaba, desde antes de que Chávez llegara al poder. Le pregunté cómo era la «convivencia» con quienes, con el auspicio y la protección de Chávez, habían invadido el edificio que quedaba al lado del suyo. La señora se desahogó conmigo diciéndome: «Esto es un infierno. Ponen su música revolucionaria a altísimo volumen, de día y de noche. Toman mucho aguardiente. Fuman drogas. Se caen a tiros entre ellos mismos. No hacen nada. Andan con unas motos poderosas. Figúrate que yo he tratado de vender mi apartamento a un precio bastante barato, para irme de aquí; pero nadie me lo quiere comprar…».

Hay centenares de edificios como el descrito. En el centro de Caracas, la cuestión es más notoria. El propósito de estas invasiones es albergar a los integrantes de los grupos ilegales de choque, cuyos eventuales propósitos son la intimidación y la defensa de diferentes sitios claves: Miraflores, la Asamblea, CNE, etc. Hay incontables ejemplos del accionar de estos grupos, cuyos integrantes se llaman a sí mismos «defensores de la revolución». Sobran pruebas que dan cuenta de que muchos de estos defensores no son más que peligrosos delincuentes, a quienes un examen psicológico los inhabilitaría para portar arma alguna. Si tomamos en cuenta que los seres humanos, salvo las personas de fuertes principios, al encontrarse en grupo tienden a romper las normas, uno se pregunta: si ya es difícil controlar el poder que detentan los policías, quienes llegaron a serlo luego de múltiples evaluaciones y entrenamientos, y quienes están sujetos a horarios y controles, ¿cuál no será la propensión a delinquir de estos defensores de la revolución, que no trabajan, que tragan todos los días el desprecio que Chávez sistemáticamente le escupe a más de la mitad del país, que ven a funcionarios gubernamentales robar impunemente, que son intocables porque Chávez los necesita, y que, como ya mencioné, tienen entre sus camaradas a no pocos peligrosos delincuentes?

Si bien hay ejemplos muy graves que ilustran cuán intocables son estos grupos, prefiero ilustrar este punto con una simple anécdota, al considerarla terriblemente elocuente: Caminaba yo un mediodía por el centro de la ciudad, y al pasar frente a uno de los referidos edificios invadidos, observé que uno de los «grandes guerreros» estaba orinando hacia un árbol. Cerca estaba un pequeño puesto de la Guardia Nacional. Le dije a uno de los guardias: «¿Va a permitir que ese tipo haga eso en pleno boulevard? El guardia con obvia frustración y revelándome lo maniatado que estaba, me dijo: «Ese tipo trabaja allí».

A hora, con una Asamblea plural se podrían llevar a cabo interpelaciones, las cuales serían muy útiles porque, entre otras razones, las acciones o inacciones del funcionario que llegare a ser interpelado quedarían asentadas muy claramente. Esto jurídicamente es muy importante porque más temprano que tarde, nacional e internacionalmente, muchos crímenes serán juzgados.

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