El cogollo deshoja la margarita
Sucederá la ruptura definitiva entre reformistas y revolucionarios antes del 2012 o a causa de la derrota del 2012? La pregunta a responder es la actitud que asumirá nuestro Napoleón III. Por ahora parece apostar a la radicalización. Cuando vea que por allí va directo al abismo, volverá a sacar del ropero sus alitas angelicales. No le servirán de mucho, a menos que las ofrezca al nuevo gobierno como prueba de acatamiento. La necesidad tiene cara de hereje.
Ante la derrota del 26S y la amenaza creciente del 2012 la revolución comienza a deshojar la margarita. Le sucede a los rojo rojitos – y a los rosaditos, que comienzan a florecer ante la posibilidad cierta de un brinco a la talanquera, cuando nos aproximamos a tierra derecha – lo que a los viejitos: de pronto despiertan ante la inminencia de la pelona y vienen a comprender que se les acabó el tiempo que les fuera dado para realizar sus sueños y aspiraciones sobre este valle de lágrimas. Se escucha a lo lejos el pitazo del tren, que se está yendo y no hay quién lo pare. La estación esperanza comienza a vaciarse. La soledad es mala consejera.
José Vicente Rangel – estropeado por sus estropicios pero siempre lúcido, que la maldad no se auto engaña – le tira su paletada de cal a la oposición para tapar la verdadera paletada de arena que le destina al chavismo. Se protege las espaldas tirándole primero a sus ex amigos de la Cuarta, pero su verdadero objetivo es cantarle unas cuantas verdades a su ex comandante en jefe y desparramar su bilis sobre los segundones filo castristas dirigidos por los ex tirapiedras de la UCV. Aprovechándose en el caso por el testimonio del negro Istúriz. Que buen mepista-adeco-causerrista y pepetista se conoce al monstruo por dentro.
En buena comandita, el dúo Rangel-Istúriz saca las cuentas del 26S y arriba a la única conclusión posible, la de la estricta verdad: gran parte del electorado le dio la espalda a la revolución, se perdieron “bastiones” otrora inexpugnables, la abstención afectó a clientelas que les eran propias y el avance de la oposición en los sectores populares aparenta ser irrefrenable. Lo del Zulia y lo del Táchira era previsible. Pero lo de Sucre y Anzoátegui constituye una clarinada que sólo los sordos podrían pasar por alto. Llueve. Y no escampa.
Puestos ante el confesor en la hora final, sin duda ambos contertulios tendrían que llegar a la conclusión de que el sueño del paraíso cubano, la isla de la felicidad socialista y otras yerbas de pasadas esperanzas que requerirían la fortaleza de un sólido respaldo popular para que los cincuenta años de gobierno no se consigan con la tiranía y el aplastamiento de tres cuartos de ciudadanía ya es historia pasada. Ilusión de paralísticos. La conclusión que advierten y las recomendaciones que deducen muestran en una sola dirección: autocrítica, moderación y un urgente tratamiento de reacomodo en la estrategia y la táctica de gobierno. En otras palabras: olvidarse de la revolución y acomodarse a un mínimo buen gobierno, para llegar al 2012 con las tablas no tan hundidas en la cabeza. Y aligerar la carga para lo que eventualmente podría sobrevenir en un futuro gobierno opositor, más probable a cada minuto que transcurre.
En el otro extremo bulle el castro guevarismo delirante de los encapuchados de ayer, dirigidos por Elías Jaua y la banda de sus cabeza calientes, comprometidos hasta la médula con el terrorismo, las narcoguerrillas, la ETA, Cuba y el extremismo talibán. Ciegos ante la realidad real y poseídos por el demonio del marxismo leninismo. Para los cuales el voluntarismo es el único pasaporte al éxito, la guerra mundial de la revolución la única esperanza y el totalitarismo a la cubana la utopía perfecta. Fortalecidos y retroalimentados por la conciencia de que viven una oportunidad histórica única y de que al borde de pellizcar el cielo no entrarle a cañonazos sería un error garrafal, imperdonable y jamás suficientemente alertado.
Son, a grandes rasgos, las dos posiciones que se debaten en el interior del cogollo gobiernero. Definitivamente fracturado por la crisis galopante que sufrimos y que empuja a capas cada día mayores de la población a repudiar la gestión pública del peor gobierno de nuestra historia, el avance de la centro derecha en el mundo y el desprestigio creciente e inmodificable de un caudillo despreciado urbi et orbi, salvo por los más despreciables tiranos del planeta. Si a todos esos elementos de macropolítica se le suma la conjura de los astros, que con su estela de desastres y adversidades no deja dormir al caudillo – la muerte de sus más leales y fieles colaboradores, las desgracias que sacuden al país y milagros de buenos gobiernos como el rescate de los 33 mineros logrados por un empresario multimillonario que supo agotar las posibilidades de la tecnología de punta del capitalismo más avanzado – el cuadro que se vislumbra profundizará los desacuerdos intestinos y pronto asumirá la dimensión y violencia de un deslave.
¿Sucederá la ruptura definitiva antes del 2012 o a causa del 2012? La pregunta a responder es la actitud que asumirá nuestro bonapartista criollo. Por ahora parece apostar a la radicalización. Cuando vea que por allí va directo al abismo, volverá a sacar del ropero sus alitas angelicales. No le servirán de mucho, a menos que las ofrezca al nuevo gobierno como prueba de acatamiento. La necesidad tiene cara de hereje.