El 27 de septiembre
Lunes 27, la gente amanece trasnochada, cansada pero feliz, y la celebración se escapa a la calle. Los venezolanos, con su masiva participación en las urnas (no menos de 70% de los electores), salvaron por ahora sus amenazadas libertades democráticas. Hay mucho que celebrar, aunque también cosas que lamentar y corregir desde ahora.
Celebramos el nacimiento de una nueva Asamblea Nacional que representa parcialmente la diversidad política de Venezuela, donde se van a escuchar las voces del gobierno y su proyecto, pero también a diputados con proyectos democráticos distintos. A veces coincidirán y otras no.
Los electores no se contentan con una Asamblea pluralista y más representativa de la diversidad política; quieren además que los nuevos diputados los representen y los oigan de verdad y que se dejen interpelar por sus representados en los puntos más sentidos y urgentes y en los temas nacionales más graves, como la seguridad-violencia, descentralización, construcción de viviendas y hábitat, reactivación económica e inversión para brindar oportunidades de trabajo digno a 60 % de los venezolanos que hoy sobreviven con empleos precarios o en desempleo.
En adelante no se aprobarán leyes sin discusión. El Ejecutivo tendrá interlocutores con ideas propias; se iniciará el camino de lucha para que el Poder Judicial, Contraloría, Fiscalía y Defensoría del Pueblo, hagan honor a su nombre y pasen de serviles del Gobierno a servidores de la sociedad, como exige la Constitución.
La nueva Asamblea tendrá que reaprender a dialogar, a discutir acaloradamente pero con respeto, a representar el sentir de los diversos sectores del país. Ya no será posible el aclamacionismo que, sin leerlo, refrenda lo que le envía el Gobierno. Se pondrán a funcionar los mecanismos contra la corrupción y se exigirá rendición de cuentas.
El 27 de septiembre celebramos el hecho de que se salvó la democracia de una verdadera amenaza dictatorial; ganó el 80% de los venezolanos que (chavistas o no) son demócratas. ¿Reconocerán el triunfo los dictatoriales?
Lamentamos. Luego vendrá el examen y la discusión de lo que se hizo mal en la etapa preelectoral y el día de la elección. Habrá críticas duras a los espíritus mezquinos que anteponen su pequeño partido o su pequeño ego a los intereses nacionales y así impiden un triunfo más rotundo de la democracia, y a los cómodos que se quedaron en casa, pues nadie era digno de recibir su voto: pudimos haber obtenido más diputados.
Apenas empieza el rescate de la democracia que será duro. Los representantes, les guste o no, tendrán que entender que la sociedad no quiere marcha atrás hacia los tiempos de la hegemonía de los partidos, ni seguir en el populismo caudillista, lleno de palabras y vacío de realizaciones.
Esta celebración democrática del 27 de septiembre -apenas dentro de 15 días- no sólo es deseable, sino posible y necesaria. Pero no está garantizada. De cada demócrata depende hacer que lo necesario se realice. No necesitamos ni más tiempo de campaña, ni más dinero, ni más poder, ni mejores candidatos, para enfrentar el desbocado abuso de poder y la imposición de una sociedad totalitaria. Sólo hace falta más decisión y responsabilidad de todos en estas dos últimas semanas: votar, motivar a otros, cuidar las mesas y los resultados y defender el futuro de nuestro país expresando con claridad la voluntad democrática de más de 80% de los venezolanos.
Los opositores al proyecto dictatorial deben entender que sus propuestas entusiasmarán a la población sólo si van llenas de pasión por abrir un espacio digno y de poder compartido para los que no tienen poder. Más allá de ilusiones y promesas, los excluidos necesitan programas, realidades y oportunidades.
El examen democrático del 26 de septiembre será exigente con el gobierno, pero también con los políticos opositores y con la responsabilidad política de cada uno de los venezolanos. Examen sin derecho de reparación ni término medio: o la celebración del triunfo de la democracia y de los derechos humanos democráticos el 2año 7 o su funeral tras una terrible derrota.
El triunfo actual nos llevará en el 2012 a obligar democráticamente al Presidente a entregar el poder, luego de 13 años ininterrumpidos de gobierno, sólo superados en Venezuela por el dictador Gómez.