Chávez sí, Chávez no
Es el jueguito de siempre que aflora en la mente de los camaradas venezolanos, quienes se valen de su única carta llamada Hugo Chávez, pareciera que en el oficialismo no hay otras “figuras” para estos avatares y se conforman con la recomendación de su “líder,” quien los pone o los quita a su libre albedrío. Esas elecciones primarias del PSUV fueron como todas sus actividades una farsa para dar cierto aspecto de democracia interna; que no existe ni dentro ni fuera del oficialismo y de ello estamos al corriente todos los venezolanos. Las libertades están violadas desde hace doce años, y es precisamente lo que nos jugamos en los próximos comicios, cuando debemos dar un paso al frente y salir a votar masivamente, aclarando que en este país la gente no quiere vivir bajo la égida del comunismo sino en libertad y en un Estado de Derecho.
Quedan pocos días para la realización de las votaciones donde se escogerán los nuevos miembros a la Asamblea Nacional, esto significa un reto para la disidencia que ve accesible este resquicio, cual pudiera ser el comienzo de un camino hacia la libertad, una vía de cambio, de demostración de poder auténtico emanado del pueblo.
Chávez nada tiene que ver con sus correligionarios aspirantes a la Asamblea Nacional más allá del vínculo natural que los identifica, pensar que se está votando por él o contra él no esta planteado en este momento; lo que se busca es la pluralidad en los poderes comenzando por el legislativo. Aunque él asuma todas las campañas con “fervor” vehemente, esto no representará nada beneficioso para quienes serán los nuevos legisladores del oficialismo. En peor situación no se puede encontrar Venezuela después de doce años de abandono y desidia, tratando de imponer una “revolución” que nunca se inició, siendo el capricho personal que predomina de la forma más totalitaria, es el desenvolvimiento tosco y atropellador que tenemos que soportar con invariables argumentos, como “la revolución está armada” o cuando repiten que es una conspiración del Imperio o de la oligarquía que se conjura, además del inveterado “magnicidio” que quiere acabar con la integridad del líder del “proceso”; pues son puros artejos que los conocemos todos y que tenemos que enfrentarlos yendo a votar.
Frenéticamente, se acelera la campaña oficialista viendo cada vez más menguadas sus posibilidades y sin poder solucionar un sólo problema, la inseguridad nos acogota a todos los ciudadanos y nadie se salva de ella, el problema de la electricidad sigue igual de vigente a pesar de que la represa del Guri se encuentre rebosante, hasta riesgoso es para el día de las elecciones si ocurren apagones generalizados, cuando todos los picos eléctricos del país estén en pleno apogeo, ojala no sea así pero nada de extraño tendría porque no hay alguien quien pueda garantizar la continuidad del suministro. Tampoco seria auspicioso que la desesperación del oficialismo los lleve a incurrir en hechos violentos, o en amedrentamiento porque la gente está dispuesta a defender su derecho al voto y saben de su importancia en estas elecciones. Si bien no existen figuras arbitrantes ni los camaradas están abiertos al dialogo es posible que los entendimiento se alcancen por las bases, cada uno sabe quien es quien, son suficientes doce años de martirio para estar al tanto que la Patria se nos iría más de las manos si no aprovechamos la coyuntura. Es la oportunidad para que las bases del PSUV se manifiesten también contra un pésimo gobierno, igual como lo hicieron en oportunidades pasadas cuando había alternabilidad en el poder. Ese llamado voto castigo pudiera funcionar en esta ocasión cuando las evidencias comprometen fehaciente a la peor administración de la historia de este país.
Apreciamos que la disidencia se halla en fecundo trabajo recorriendo los barrios como debe ser, la participación de Enrique Mendoza en la organización de movilizaciones y constitución de mesas nos parece una buena señal para que se cumpla una eficaz supervisión. El miedo claudica con su estela nebulosa para arrancar una campaña áurea después de doce años, donde peores situaciones no pueden acontecer con la cantidad de muertos que a diario causa la delincuencia, el miedo no será porque la revolución esté armada sino porque Venezuela pueda perder esta nueva oportunidad de reencuentro en combativa votación que, enseña a la vista, más simpatías por la disidencia que por el continuismo estafador “revolucionario”