Chávez: te suplico que me expropies
Todavía hay unos pocos que lo desean. Creo que les pagan para que lo digan.
A lo largo y ancho del país se levanta una nueva generación de venezolanos, trabajadores de empresas expropiadas, que ahora se arrullan en las falsas promesas de un socialismo que nadie entiende. Perdieron sus derechos, sus beneficios y ahora son nominas de un estado que incumple las reglas de juego que exige a los privados. Irrespetan los contratos colectivos, la normativa de salud, los fideicomisos, los intereses de las prestaciones sociales, los tickets de alimentación. A los petroleros se los bailaron y negociaron por debajo de la mesa los contratos colectivos. Todo el que se alza le mandan el Ejército y la Guardia. El trabajador es una pieza inservible en este juego de poder. Le decimos que lo amamos, pero lo irrespetamos.
Los trabajadores de Friosa ya entendieron de qué se trata. A su alrededor toda Guayana, está sembrada de esta nueva clase trabajadora. Los de Sidor, Venalum y las empresas mineras, que vieron cambiar sus vidas a manos de un estado incumplido, ineficiente, destructor de progreso, incapaz de gerenciar lo que toma por la fuerza. En Guayana acabaron con todo. Un cementerio industrial de magnitudes insospechadas que convertirá a Ciudad Guayana en un pueblo fantasma.
Allí rodaron las ilusiones de los trabajadores de Cemex –otrora una operación cementera de primer orden- que ahora trabajan para una industria en decadencia, con toda clase de problemas, incapaz de brindar futuro a sus empleados. Ya se mueven las palancas políticas en lugar de los reconocimientos a los trabajadores más comprometidos con el trabajo y la gestión. La industria cementera está produciendo treinta por ciento menos desde que fue arrebatada a la empresa privada. Ninguna industria que reduce sus ingresos, puede mejorar la calidad de vida de sus trabajadores. No hablemos de los que trabajan en Éxito. Dese una vueltica por una de sus tiendas, para que vea el rudo socialismo rellenado los estantes. Pregúntele a un trabajador de café Fama de América como se siente hoy, produciendo casi la mitad de lo que producían.
La campaña del gobierno para los candidatos a la asamblea no nos vende hombres y mujeres preparados para legislar, nos vende trabajadores de industrias socialistas, que sólo existen en el papel y en la escenografía que montan para rodar las cuñas. Un gobierno que nos tiene que mostrar una empacadora de arroz, donde más de veinte obreros dan vueltas alrededor de una maquinita semiautomática que cuesta menos de diez mil dólares. El orgullo nacional es una ensambladora de teléfonos celulares “hechos en socialismo”.
Chávez le debe muchas explicaciones a este país. Ha sido un ineficiente empleado, mal hablado, resentido, con una visión destructiva de las relaciones sociales y con un inmenso desconocimiento de la misión de un estadista y menos de un gerente eficiente. Chávez es el promotor de esta nueva generación de cabezas caídas y dignidades pisoteadas, que al amparo de una nomina, dejaron perder su posibilidad de progreso. Todavía hay algunos que suplican ser expropiados.
Enrique Pereira