Cuenta regresiva
A menos de 40 días para las elecciones del 26 de septiembre, de la Asamblea Nacional (AN), cada día se ratifican más los argumentos para cambiar el actual parlamento abyecto y falaz por uno verdaderamente democrático y representativo de la gente y de los estados del país.
En el artículo 187 de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) quedan expresamente establecidas expresamente las funciones de la AN, entre las cuales destacan “…ejercer funciones de control sobre el Gobierno y la Administración Pública Nacional, en los términos consagrados en esta Constitución y en la ley”; “organizar y promover la participación ciudadana en los asuntos de su competencia; “velar por los intereses y autonomía de los Estados”; y “dar voto de censura al Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva y a los Ministros o Ministras”.
Los actuales diputados oficialistas de la AN han desoído esta responsabilidad constitucional al extremo de negarse reiteradamente a investigar un crimen de lesa humanidad como es más de 1 millón de kilos de comida podrida comprada mediante turbios negocios que involucran a hacia altos funcionarios del gobierno nacional, en un verdadero guiso de billetes verdes, de dólares americanos regalados por Cadivi.
Lo perverso es que mientras se niegan a indagar lo verdaderamente importante, los parlamentarios han aplaudido y aprobado resoluciones favorables para los gobiernos de Cuba, Irán, Bolivia, etc., a favor del status de beligerancia para la guerrilla colombiana y han usado la institución del Poder Legislativo para atacar reiteradamente a la Iglesia, los medios de comunicación privados y personalidades de prestigio.
Han convertido a la Asamblea Nacional en una especie de arcabuz político desde la cual se dispara contra blancos seleccionados y han obviado deliberadamente las verdaderas funciones del Poder Legislativo, enterrando a la institución en la más profunda y oscura catacumba.
Obligados por mandato constitucional a dedicarse en exclusividad a beneficiar los intereses del pueblo (artículo 197), a ser sus representantes y de los Estados del país, “no sujetos o sujetas a mandatos ni instrucciones, sino sólo a su conciencia” (artículo 201), los actuales parlamentarios oficialistas se ufanan de servir a los intereses de una sola persona y de seguir un modelo político socialista inexistente en la Carta Magna el cual, además, fue rechazado por la gente en el referendo del año 2007.
Cada diputado oficialista – llamado rebullón en el Zulia – se vanagloria de cumplir los expresos deseos de Miraflores en una especie de rapiña de genuflexión verdaderamente bochornosa in extremis porque, unos y otros, prácticamente se pelean por hacer la tarea, abanderar el mandato presidencial y coger espacios en los medios al servicio del régimen.
Dentro de 45 días aproximadamente la lisonja parlamentaria tocará a su fin porque esos diputados que durante estos 5 años se han dedicado a destruir el Poder Legislativo ejerciendo una conducta contraria al espíritu de la Carta Magna, entraron ahora en la cuenta regresiva.
Y no hay marcha atrás.
En los comicios del 26S, el voto de cada elector servirá para impedir que el parlamento venezolano se siga asemejando al modelo del Congreso cubano, títere durante 50 años a los pies de la satrapía de los Castro. Votar el 26 será un verdadero acto patriota, orientado a salvar la República y a la verdadera democracia que aspiramos y necesitamos con urgencia.