Opinión Nacional

No se hable más

Lo que usted tenía que escuchar, ya lo escuchó. Ya no se puede comprar votos.

El que aspire que a estas alturas del juego todavía se consigan votos y nuevas adhesiones está equivocado de largo. Las decisiones de voto se tomaron hace tiempo y son el resultado de la acción sostenida –bien de gobierno, bien de oposición- para demostrarnos que lo que nos ofrecen, se parece a lo que nosotros aspiramos.

El oficialismo, después de casi una docena de años, no ha logrado enamorarnos, pues los resultados de su gestión están a la vista. Ahora no se puede seguir argumentando el paro petrolero, el golpe financiero, el pacto de Punto Fijo, la cuarta republica, los escuálidos o el imperio. Todos esos argumentos se gastaron.

El oficialismo se ha convertido en una maquina de producir personas descontentas y la lista es interminable: Las madres que han perdido un hijo en manos de la permisiva  violencia que ha generado este gobierno. Los militares que han tenido que bajar su cabeza ante las órdenes de personal cubano. Las familias que tuvieron que pedir prestado para arreglar su nevera y su televisor, dañados en un apagón. Los venezolanos que confiaron su voto en líderes de la oposición venezolana y han visto con sus ojos como se desconoce esa voluntad popular. Los familiares de presos políticos que se preguntan cada día por qué no está presa Lina Ron o los integrantes de La Piedrita.

Los que compraron y pagaron, con los ahorros de su vida, un local en Sambil de La Candelaria y ahora ven arruinado su esfuerzo bajo los efectos de los caprichos de un presidente. Los obreros accionistas de Sidor. Los que no entienden porque regalamos dinero afuera. Los médicos que reciben sueldos míseros. Los finqueros y sus peones, que perdieron sus propiedades. Los obreros estatales, que ven con indignación como este gobierno burla sus contratos sindicales y niega la discusión de los vencidos. Los obreros de la empresa petrolera, que desde adentro perciben el deterioro institucional. Los empleados y obreros del complejo Hilton en la isla de Margarita. Los técnicos del Banco Central, que ven con sorpresa como se desprecian sus informes y recomendaciones en manos de políticos sin preparación.

Los maestros y profesores obligados a cambiar la noción histórica y la enseñanza, bajo un nuevo perfil socialistoide. Los trabajadores de la Maternidad, de los Hospitales públicos y en general del sistema de salud. Los que ahora añoran a sus familiares, que buscaron refugio en otras tierras huyéndole a esta incapacidad manifiesta de producir progreso y calidad de vida. Los que saben cómo se ha perdido dinero en esta nación, malgastado en equipos bélicos rusos que yacen arrumados listos para ser convertidos en chatarra. Los que alguna vez trabajaron en Radio Caracas Televisión o en alguna de las emisoras de radio que el gobierno decidió cerrar, para apagar sus disidentes voces. Los millones de usuarios del Metro. Los que pierden su sábado para buscar arroz, caraotas y pollo, en largas colas al más propio estilo cubano.

 La lista es larga, muy larga. Estos votos no tienen precio, no se compran con mentiras ni con promesas. Nos vemos el domingo.

                                                                     

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