Hacia una confrontación trascendente
Llegó La hora de la verdad. Todos los estudios de opinión, incluidos aquellos que levantan serias dudas sobre su rectitud de propósitos e independencia, señalan tendencias franca y crecientemente negativas con relación al gobierno, un deslizamiento de la mayoría hacia la oposición y un segmento que quizás aún no sepa cómo votar, pero que sí tiene claro por quien no lo hará.
El rechazo al régimen se hace irreversible. Quienes se van del oficialismo no regresan, ni regresarán. En ellos la frustración es enorme, especialmente entre los más pobres y desposeídos. Allí existió la mayor esperanza. Una suerte de fe de carboneros con relación a un Chávez que está hoy muy por debajo de las expectativas. Todo un fraude convertido en Presidente, sin excusas políticas o económicas que puedan justificar su fracaso, descubierto por propios y extraños.
Con poco margen de maniobra y la cuenta regresiva de su ilegítima presidencia acelerando su marcha.
Además de estudiarlo en las investigaciones de opinión, esos sentimientos están a la orden del día en el país y en todos los estratos sociales, ricos y pobres, jóvenes y viejos, hombres y mujeres.
En fin, el ciudadano común no se quiere seguir calando al régimen, agravada por gobernadores, alcaldes y diputados chavistas bastante inútiles, generadores de corruptelas y desviaciones imperdonables mientras los problemas se multiplican. En líneas generales esta es la visión que nos deja un recorrido por el país, especialmente por las zonas más chavistas.
A pesar del grosero ventajismo, del abuso del dinero de todos, de la desviación de las actividades de empresas fundamentales del estado, de las presiones y amenazas a obreros y empleados, a la represión abierta y encubierta, a la violencia física e institucional, en buena lid y condiciones de normalidad democrática, la oposición cuenta con la mayoría de los electores.
El reto es convertir esa voluntad en votos concretos y esos votos en diputados suficientes para controlar la próxima Asamblea Nacional. Algunos analizan alegremente la posibilidad de que el gobierno con minoría en el voto nacional, obtenga mayor número de diputados en la Asamblea. Pareciera no importarles lo contranatura de una posibilidad que violenta el principio constitucional de la representación proporcional y dejaría viciado el proceso por la vía de la ilegitimidad.
Tenemos que prepararnos para todo. La Mesa de Unidad Democrática ha cumplido un buen papel. Pero lo logrado hasta ahora tiene que trascender lo electoral y convertirse en un gran movimiento de Unidad Nacional para sostener y defender la democracia y la vida en libertad frente a quienes la liquidan para sustituir la República por un estado castro-comunista que el pueblo rechaza. Veo venir una confrontación definitiva. No será posible evitarla. Del resultado dependerá lo que resta de presente rumbo a un futuro que se nos viene encima.