Opinión Nacional

Simulacro

El pasado domingo, 22 de agosto, el Consejo Nacional Electoral convocó a una extraña jornada donde en algo cercano a cincuenta centros de votación, en todo el país, se realizó un evento que de acuerdo con las informaciones y las imágenes reportadas, tuvo incidentes desagradables para algunos potenciales votantes.

         Para comenzar, no tenemos conocimiento de que en ningún país se realicen simulacros de elecciones. Mucho menor justificación tienen en Venezuela, donde a pesar de sufrir un gobierno que está demasiado cerca de una dictadura, tenemos elecciones con mucho mayor frecuencia que la que sucedía en tiempos de verdadera libertad.

         En segundo lugar, si aceptamos los argumentos del CNE, el entrenamiento del personal o la verificación del correcto desempeño de las máquinas, tendría que haber cubierto un sector mucho más amplio y un número de centros de votación que abarcara un amplio sector del país. Además, lo primero se puede hacer en aulas donde se dicten seminarios y lo segundo en laboratorios donde estén presentes representantes de todos los sectores involucrados.

         En tercer lugar, no podemos entender como se malbaratan recursos en inútiles jornadas que solo han sido pasto adecuado para alimentar el hambre de revanchismo y de agresiones que pregonan ciertos sectores de la colectividad.

         Por último y no porque tenga menor importancia, sino por todo lo contrario, nos llama poderosamente la atención que el día anterior al simulacro, el piache mayor ordenó a las huestes del régimen “acabar con los oponentes” y cual obedientes manadas, unos sectores del oficialismo se adueñaron de los centros de simulacro e impidieron, con agresiones verbales y comportamientos censurables, que personas de la oposición y muy especialmente sus candidatos, asistieran y participaran del evento.

         Mal nos encontramos, tenemos cifradas las esperanzas en el evento del 26 de septiembre. Habrá una nueva correlación de fuerzas en la Asamblea Nacional. Pensamos que ésta, ya no será la obediente y aplaudidora reunión que le hace coro al ejecutivo.

         Desde hace casi ocho años venimos advirtiendo que en Venezuela se encuentran presentes casi todos los elementos que Julián Marías, ese maravilloso filósofo español, identificó como las causas que desataron las furias de la guerra en el encuentro que diezmó la juventud española entre 1936 y 1939.

         Aquí, en Venezuela, está perfectamente identificado, quién es el principal promotor del desorden, de la confrontación y de la discriminación de un sector importantísimo, mayoritario, de la población nacional.

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