Opinión Nacional

Cambio de foco hacia Washington

El gobierno de Hugo Chávez encontró la excusa perfecta para bloquear la reciente e incómoda designación de Larry Palmer como nuevo representante de Estados Unidos en Venezuela, en sustitución del embajador saliente Patrick Duddy, y también para enfocar su política de confrontación hemisférica directamente hacia el “imperialismo yanqui”, ahora que inicia una etapa de distensión con Colombia tras la llegada a la presidencia de ese país de Juan Manuel Santos. Ambos pasos le son muy convenientes en la recta final de la campaña a las próximas elecciones legislativas del 26 de septiembre.

Las respuestas del diplomático Palmer a un cuestionario solicitado por el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, bastaron para que el mandatario venezolano lo vetara e iniciara una pelea retórica directa con el presidente estadounidense. A través de su programa de radio y televisión “Aló, Presidente!” de este domingo 8 de agosto, Chávez solicitó a Barack Obama la sustitución del embajador designado por “haberse inhabilitado él mismo con sus declaraciones”, a lo cual se negó de inmediato el gobierno estadounidense.

En un comunicado, el Departamento de Estado insistió tanto en las cualidades de Larry Palmer para ocuparse del “reto” de la embajada de EE.UU. en Venezuela, como en la importancia de la diplomacia y la comunicación para resolver las diferencias entre ambos países.

Ciertamente, el embajador Palmer respondió en forma clara, contundente y crítica el cuestionario, que es un requisito esencial en el proceso de ratificación en su cargo por el Senado estadounidense.

El diplomático -quien por cierto ha recibido presión de congresistas republicanos y demócratas (como el senador por New Jersey, Bob Menéndez) para que actúe con mayor contundencia en Venezuela que el embajador anterior si es finalmente confirmado en el cargo-, confesó estar consciente de “los claros nexos” de miembros del gobierno de Venezuela con las guerrillas colombianas y opinó que ese gobierno debería investigar a fondo las acusaciones de Colombia ante la OEA del pasado 22 de julio, sobre la presunta presencia de guerrilleros de las FARC y del ELN en territorio venezolano. Por otra parte, consideró que “la moral de la fuerzas armadas de Venezuela está, según informes, considerablemente baja, particularmente debido a designaciones orientadas por lo político”, al tiempo que expresó preocupación por la influencia del gobierno cubano en la FAN.

No obstante, es exagerado tomar estas respuestas –que en realidad son opiniones de un candidato a embajador aún no ratificado- como “una injerencia en los asuntos internos de Venezuela”, como sostiene el gobierno bolivariano. A decir verdad, antes de tener conocimiento de estas declaraciones, el presidente Chávez había manifestado recelos con el nombramiento de Palmer. La cancillería venezolana demoró en forma inusual la solicitud de aprobación del nuevo embajador que el Departamento de Estado le envió en marzo de 2010. En julio, después de cuatro meses, fue que la aprobó.

La reticencia del chavismo hacia Larry Palmer podría explicarse tanto por su fama de “duro” y experiencia diplomática en América Latina (estuvo anteriormente encargado de las embajadas estadounidenses en Honduras y Ecuador), como por ser afroamericano, lo cual lo coloca en ventaja al momento de responder a la retórica antiimperialista del teniente coronel.

El diplomático Palmer, además, pareciera el hombre indicado para dar un giro en la política exterior de EE.UU hacia Venezuela, el país “más difícil” de América Latina para la administración Obama, según el Subsecretario de Estado para América Latina, Arturo Valenzuela.

Durante su año y medio de gestión, Obama no ha logrado un diálogo serio con el gobierno de Chávez y las relaciones bilaterales no han mejorado. Más bien se encuentran en un estado de peligroso declive. En el último año se observa una caída importante en el intercambio comercial petrolero y no petrolero entre ambos países. Un reporte de la Cámara Venezolana Americana de Comercio (VENAMCHAM) indica que en 2009 las importaciones estadounidenses a Venezuela cayeron un 27,78% y se situaron en 9.360 millones de dólares. Además, que en el primer trimestre de 2010 Venezuela vendió petróleo a Estados Unidos por 7.805 millones de dólares.

El gobierno de Obama ya ha ido cambiando su actitud inicial de extrema moderación diplomática hacia Venezuela y cada vez más expresa tanto su descontento por la falta de entendimiento diplomático, como su preocupación por el estado de la libertad de expresión y de los derechos humanos en Venezuela, así como por la falta de cooperación venezolana en la lucha antiterrorista y antinarcóticos de los EE.UU en la región.

En su gira latinoamericana de principios de junio, la Secretaria de Estado Hillary Clinton –quien no pasó por Venezuela- cuestionó las políticas antidemocráticas y radicales de Chávez y abogó por los venezolanos. Según fuentes del Departamento de Estado, la Sra. Clinton podría actuar en cualquier momento en base a la misiva recibida, el pasado 25 de mayo, de parte de un grupo de senadores republicanos solicitándole que ejerza la potestad que le da la ley estadounidense de incluir a Venezuela como una nación que auspicia el terrorismo, en vista de su apoyo a las actividades terroristas de organizaciones como las FARC y Hezbolá, y por sus vínculos con naciones incluidas en la lista de patrocinantes del terrorismo como Irán, Cuba, Sudán y Siria. Esta calificación sería muy grave porque EE.UU tendría que tomar acciones contra Venezuela vinculantes a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que implica sanciones financieras y comerciales.

El rechazo del régimen chavista a la designación del embajador Larry Palmer pone al gobierno de Obama en una situación difícil y comprometedora. Si acepta cambiar el nombramiento diplomático, su posición política se debilitaría y las críticas especialmente domésticas serán muy fuertes, nada convenientes cara a las elecciones legislativas de medio término del próximo noviembre. Si no hace el cambio solicitado por Chávez, lo pone en una situación de enfrentamiento más claro y contundente, lo cual podría situar nuevamente las relaciones entre EE.UU y Venezuela en el congelador, sin representación diplomática, como estuvieron desde septiembre de 2008 a julio de 2009.

Aunque tal vez, después de todo, un nuevo congelamiento no haga mucha diferencia en el entendimiento bilateral. Desde su retorno a Venezuela a mediados de 2009 cuando los presidentes Obama y Chávez reactivaron las relaciones diplomáticas, el ex embajador Patrick Duddy no fue recibido por el presidente Chávez y el primer encuentro que tuvo con el canciller venezolano Nicolás Maduro, sólo se dio en marzo de este año.

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