Sí, vamos por él
Sorprende la actitud plañidera de Chávez, y de muchos de sus seguidores, cuando se refieren a los ataques, mas bien contraataques, de los sectores de oposición a su persona y a su gestión de gobierno. Con tono lastimero Chávez suele decir “Vienen por mí”, como denunciando lo que al parecer considera injusto, y quizás ilegal, por parte de opositores que critican sus actitudes personales y sus actos de gobierno, poniendo de relieve lo execrable de tales actitudes, impropias de un gobernante, y lo pernicioso de aquellos actos, producto de la improvisación y de la ineptitud, los signos más notorios del actual gobierno y de los remedos de poderes públicos, que no son sino gestores incondicionales del inquilino de Miraflores.
Sorprende, porque tales críticas son el cumplimiento del papel que específicamente le corresponde a la oposición. Y el tono de esas críticas, por lo demás, está dado por el propio Chávez, que con su lenguaje procaz y desaforado, aunado al escandaloso fracaso de sus (im)políticas, obliga a sus oponentes a adoptar un tono enérgico en sus manifestaciones, aunque de hecho estas nunca han descendido al lamentable nivel del lenguaje presidencial, y hasta se les achaca una supuesta blandura y falta de “punch”.
Si Chávez asumiera realmente su función de gobernante, en vez de adoptar una actitud permanente de diatriba y agresividad irracional, otra sería la situación, pues las críticas de la oposición tendrían un nivel distinto, como ocurre en los países verdaderamente democráticos, donde la política se practica en un clima de normalidad, en el cual la oposición cumple su rol de manera eficaz y apropiada.
En cuanto a que la oposición “viene por Chávez”, es lógico y natural que sea así. Parte fundamental de la función de los sectores opositores es lograr el reemplazo del gobierno instituido. Por supuesto, ese reemplazo puede hacerse de varias maneras, una de las cuales, la estrictamente democrática, es la vía electoral, y la oposición venezolana, en conjunto, ha demostrado hasta la saciedad su vocación democrática en ese sentido. Lo cual no quiere decir que no haya entre nosotros sectores, y sobre todo individualidades golpistas, que preconizan la salida de Chávez mediante la violencia. Pero aunque se trate de opositores al gobierno chavista, no son la oposición mayoritaria, que se ha venido resteando hace años con la vía electoral. Lo cual le ha proporcionado sonados triunfos, como el del pasado 26 de setiembre. Y todo indica que habrá otros importantes triunfos en el futuro ya cercano.