Opinión Nacional

El martillo y la pluma

“¿Es que Chávez es más ligero que el aire? ¿Es que tiene una forma aerodinámica que le permite sustentarse, planear, flotar? ¿Es que Chávez es un peso pluma?  Habría que añadir a los análisis sobre el país, una variable sobre las leyes físicas aplicadas a la política”.

La caída de los cuerpos ha sido objeto de observación y estudio a lo largo de los siglos.

Galileo Galilei (1564-1642) demostró que los cuerpos, tanto los ligeros como los pesados, pueden caer con la misma rapidez. Es lo que se conoce como “Las bolas de Galileo”. En 1591, subió a lo alto de la Torre de Pisa y dejó caer simultáneamente dos bolas, una de madera y otra de plomo. Para el asombro de los testigos, las dos esferas se estrellaron al mismo tiempo. La conclusión a la que llegó es que la única fuerza que reduce la velocidad de los cuerpos en su caída es la resistencia del aire. La ley que descubrió Galileo y que perfeccionaron Newton y Boyle, nos dice algo muy sencillo: si hay resistencia, el cuerpo tarda en caer. Si le cambiamos la forma éste caerá más rápido. Boyle demostró que sin aire, no importa la forma ni el peso, los objetos caen a la misma velocidad.

La Ley de lo imposible

En aquel entonces, aquellos fenómenos que no podían ser observados ni explicados, Galileo los enmarcó dentro de la “Ley de lo imposible”. Dicha ley, aplicada a la política revela algunos interesantes fenómenos. Por ejemplo, si promediamos los resultados de algunas encuestas recientes tenemos que el régimen, luego de 12 años de ineficacia, de una sistemática destrucción de la nación y de sus instituciones democráticas, aún cuando más del 80% de los ciudadanos rechaza su proyecto comunista y en igual porcentaje lo responsabilizan de los principales problemas del país como la inseguridad, el desempleo, el desabastecimiento y la crisis eléctrica por citar algunos hechos que propiciarían su desplome, Chávez mantiene a su vez, un nivel de aceptación cercana al 50%. De allí que nos preguntemos: ¿Es que, pese a su desastrosa gestión, Chávez es más ligero que el aire? ¿Es que tiene una forma aerodinámica que le permite sustentarse, planear, flotar? ¿Es que Chávez es un peso pluma?  Estamos ante un fenómeno que suscita algunas conjeturas.

En las ocasiones en que los partidos, organizaciones y grupos de oposición han reaccionado buscando la coherencia y la unión de fuerzas, como lo acabamos de observar en las primarias, éstos, luego del esfuerzo, no esgrimen ni hacen suyos las causas del descontento generalizado, las demandas de los trabajadores, de las amas de casa, del ciudadano indefenso. Si así lo hiciesen producirían sinergia con los sectores más afectados, con los más desesperanzados, con los no alineados y hasta con los chavistas desencantados. Se han ceñido por el momento y casi exclusivamente al fenómeno electoral, de nuevo con un exacerbado inmediatismo, sin ver el panorama completo y reafirmando la tendencia de dejar pasar oportunidades políticas.

Los líderes de la oposición, con sus excepciones, se limitan a algunas tribunas mediáticas en lugar de volcarse con audacia y creatividad hacia los segmentos populares. Se hace evidente que no están comunicando eficazmente la grave situación del país y los esfuerzos que son necesarios realizar para su recuperación, pues si no, ¿cómo explicar los niveles de desconfianza en la oposición y en la Mesa de la Unidad Democrática, que sobrepasan el 60%, comparable a los niveles de desconfianza en el PSUV y en el CNE?                   

De continuar sin plantear un discurso alternativo, batallador, de defensa de los principios constitucionales, de mantenerse sin un proyecto alternativo de país, ni aportar ideas y propuestas a las innumerables demandas generalizadas en todas las regiones, se corre el riesgo de la abstención de los desencantados y frustrados, que son la mayoría o algo peor, que el vacío lo llenen otros.

Un cuerpo, un rostro, una voz

Es necesario posicionarse, manejar conceptos, ideas, elaborar una estrategia coherente de comunicación y a partir de allí, emitir mensajes motivadores. Está comprobado que lo que mueve a los seres humanos es la emoción. Parte de la debilidad en los últimos años, es la falta de una estrategia de comunicación que emocione, con el agravante que el número de sus voceros se ha multiplicado en forma exponencial, cada quien con un mensaje, sin duda muy válido, pero a su manera, sin conceptos que apuntalen una estrategia, sin segmentación ni objetivos claros de comunicación.

El oficialismo siempre ha contado con un libreto muy bien elaborado y un solo actor: Chávez. Eso lo ha ayudado a mantenerse 12 años en el poder. ¿No ha llegado el momento de aprender de los éxitos y errores tanto propios como ajenos? En contraposición, nos encontramos con una entelequia de muchas caras, partidos, organizaciones, grupos, tendencias, aciertos y contradicciones. ¿Cómo pretender enfrentar a Chávez sin un cuerpo, sin un rostro?  En los sectores populares, donde la existencia cotidiana se limita a la supervivencia, al no conocer alternativas, al no estar informados a fondo de la realidad, al no visualizar otro liderazgo, apuestan al rostro que conocen, por eso tienen a Chávez en su “top of mind”. La gente está pidiendo un portavoz con quien dialogar, una referencia en lugar de tantas voces y mensajes dispersos, una alternativa a Chávez, lo dicen esas mismas encuestas.

La esperanza es convertir el presente en estado de gestación

¿Existe alguien fuera de Chávez que en este momento aglutine al pueblo venezolano alrededor de una causa? ¿Quién? ¿Cuál causa? Por el contrario, la vida pública del venezolano es sinónimo de descontento y desconfianza. ¿Cómo encarar la incertidumbre, la ansiedad y la frustración de la mayoría? ¿Cómo empoderarlos y aglutinarlos alrededor de una idea? Ernest Becker, Premio Pulitzer 1974 por su libro “La negación de la muerte”, afirmó: “Las personas son capaces de una alta generosidad y autosacrificio. Pero tienen que sentir y creer que lo que están haciendo es realmente heroico y de gran significación”.

Comunicación es palabra, pero también es acto, gesto. ¿Dónde están las palabras y las acciones para fomentar la confianza entre los ciudadanos, para persuadirlos que sí hay alternativas, de despertarles su capacidad de sinergia, de hacer visibles los valores éticos y democráticos que siempre han prevalecido? La moral colectiva está en caída libre, mientras las palabras van por un lado y los actos por otro.

Hay una frase de Erich Fromm que resume la idea: “La esperanza es convertir el presente en estado de gestación”. A la esperanza hay que ponerle nombre, concepto, ideas, mensajes y programas. La oposición,  cuando se haga visible, reconocible, identificable, tendrá la oportunidad de convertirse en inspiradora de esperanza. Para lograrlo hace falta darle un cuerpo, una fisionomía, un rostro, una voz, convertirse en promotora de una idea poderosa y esforzarse para que el ciudadano común tenga la convicción de saberse parte de una comunidad de intereses e ideas con perspectivas, con objetivos y razón de ser. Lograr una comunicación efectiva con los sectores populares, convocándolos para la búsqueda de soluciones, integrándolos a una causa, dejaría sin sustentación el fenómeno Chávez, que flota en una atmósfera de populismo, ignorancia, mentiras y desinformación.                                                                                                    

En 1971, a la llegada de la misión Apolo XV, uno de los astronautas dejó caer desde la misma altura y al mismo tiempo un martillo y una pluma. Debido a que no hay atmósfera en la Luna que los sustentase, los televidentes que presenciaban la transmisión vieron con asombro cómo ambos objetos cayeron al suelo lunar al mismo tiempo, mientras el astronauta exclamaba: “¡Vieron, Galileo tenía razón!”. El riesgo en Venezuela, es que en el vacío todos los cuerpos caen por igual.                    

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