Opinión Nacional

Opresión disfrazada de “democracia”

En El Espectador de Colombia, Hugo Chávez se defendió. Sostuvo que los comicios parlamentarios son «decisivos» para el futuro del proceso de cambios socialistas porque, insistió, se debe «impedir, a toda costa, que la ‘contrarrevolución’ convierta a la Asamblea en un espacio para desestabilizar y sabotear la dinámica transformadora».
«Necesitamos una victoria categórica e indiscutible porque, vuelvo a repetirlo, está en juego la suerte de nuestra revolución y la vida misma de la patria», añadió.
Los que  las han leído, saben también de sus últimas bufonadas y amenazas,  su “operación demolición” con que incita al pueblo que lo sigue a la violencia y el odio. En esa mente  colmada de graves desórdenes como autoridades siquiátricas han diagnosticado, eso  es irrelevante. Lo obsesivo es lo inmediato. Infundir miedo a sus opositores  y engañar a los ignorantes y asalariados que sufren su presión las 24 horas del día.
¿Cómo puede aceptarse de un hombre que dice gobernar “democráticamente” considerar y defender que se “debe impedir a toda costa que la contra revolución  convierta la asamblea en un espacio desestabilizador que sabotee la “dinámica transformadora”?  ¿Y los parlamentos no son para eso, para debatir ideas, proyectos, controlar excesos? ¿Es esta servil y mediocre que levanta la mano sin siquiera saber  que se pregunta, que arrodillada espera órdenes de un hombre desenfrenado en el abuso de un poder hambriento de más poder, de un militarismo que avergüenza, de una corrupción  grotesca,  de una arrogancia barata y analfabeta?
Y si todos los que saben de sus declaraciones, de lo que pasa en Venezuela, de su destrucción y vandalismo político, como se explica que un Lula  lo halague, que  otros pseudos demócratas lo sigan en sus atropellos y lo consientan en sus locuras? ¿Cómo va a justificarse Hugo Chávez tras  tantos años en el poder con un pasado que no ha podido superar a pesar de sus voraces embestidas? Solo nosotros, los venezolanos de hoy, podemos cambiar esta historia  escuchando, eso si, las exigencias del alma de esta casa grande y querida, manoseada, humillada, herida. Porque está ahí, desengañada, agobiada por esta opresión disfrazada  de “democracia”.
Como uno solo, todos los venezolanos tenemos que salir de nuestras personales cuevas donde nos hemos metido para salvarnos de esta tormenta que se ha llevado todo pero no ha podido con esa alma venezolana que no tiene nada que ver con la barbarie y la venganza. Yo confío en ella. Yo creo en esa alma que impone a los pueblos  insospechadas  maneras de defenderse. Porque Venezuela no es esto.
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