La comuna, el último barranco chavista
Las comunas no son un invento de Chávez. Es comunismo puro, como la palabra lo dice. Raíces en China, la vieja y fracasada Unión Soviética y, claro está, la Cuba del anciano dictador que parece escapado de un contenedor de Pudreval. No son nuevas, pero son el recurso del chavismo para desalentar a la oposición democrática en cuanto a la decisión de voltear la tortilla a este comunismo estafador.
Es el mecanismo esclavizador más expedito que encontraron los seudorrevolucionarios criollos, a tres meses de una ruidosa derrota, para vender esa gigantesca mentira de que están transfiriendo poder al pueblo. El poder, por el contrario, es cada vez más de Chávez. No hay más nada. Ni Asamblea Nacional ni Tribunal Supremo de Justicia ni Consejo Supremo Electoral ni Contraloría ni Fiscalía ni Defensoría. Nada de nada. Todo es de Chávez. ¿A quién se le ocurre pensar que a estas alturas a un militar centralista y autoritario le va a dar por regalar todo el poder que tiene, cuando sólo los votos lo ponen en peligro?
En dos platos, la gente debe organizarse en consejos que van a desaparecer, luego en mayor escala conformar comunas. Ese gobierno primario debe contar con un banco comunal para poder costear sus proyectos. Dentro de estas tribus funcionarán las empresas comunales para comer y suplir sus propias necesidades y si queda vender a otras tribus, recibiendo como pago chapitas, piastras o cualquier moneda comunal que se le ocurra a Chávez. Es el trueque en su forma más básica y primitiva. Es una escala mayor, estas tribus, engranarían con federaciones comunales, con vista a planes y proyectos de mayor tamaño. Pero hay un detalle, todo, absolutamente todo será aprobado por el Gobierno central de la revolución; es decir, Chávez o Castro. Esto quiere decir que para tapar un hueco que no ha tapado Jorge Rodríguez o Diosdado Cabello, hay que esperar a formar la comuna, crear el banco de la tribu, crear la empresa comunal y rezar para que Chávez o Castro lo aprueben y les aflojen los reales. Fracaso pintado.
Estas tribus castristas, estas comunas cubanas, sólo son viables en la cabeza de grandes consumidores de lumpias. La realidad de esta copia de Cuba, empujada inconstitucionalmente por Chávez, es que los opositores nunca podrán formar una comuna porque el chavismo no se las aprobará y no la registrará. Eso deja a mucho más de la mitad del país fuera de juego. La otra parte, la engañada chavista, no recibirá el dinero para proyectos, pues simplemente no hay. Esta revolución está quebrada y solamente gana tiempo. Y si lo reciben se lo echarán encima directamente del banco que ellos mismos administran.
La comuna. Otro barranco.