Opinión Nacional

¿Cómo veo mi país Venezuela?

Un liderazgo de altura para transformar un país exige como requisito una voluntad de todos, más allá del elemento clasista. Se me objetará que la planificación, como acto de poder, es una limitante; no obstante, cuando hablo de voluntad, no me refiero al voluntarismo menos al voluntariado, invoco al sentido de pertenencia, al arraigo en lo propio que debería tener el venezolano, con las particularidades regionales y locales de cada quien. Nada de eso flota en el ambiente, la furia de destrucción invocada por el nieto de Maisanta al calor de su seudo revolución, ha impuesto la estridencia y el desarraigo como norma, que se reduce al bonchiche, tal lo pintó nuestro único gran hombre de talla universal, Don Francisco de Miranda. País al garete, es la convocatoria al parecer efectiva, que inauguró el presidente con sus olvidadas convocatorias en el Balcón Populista del Pueblo, y ahora con las aburridas y nada innovadoras cadenas presidenciales. .

El nuevo poder establecido se dio a la tarea de recrear los símbolos patrios, que si la agregación de un adjetivo al nombre oficial de la república, la posición del caballo en el escudo o las estrellas en la bandera; para llegar a la conversión monetaria, disfraz de una moneda en ascua. Del liquilique del llanero no queda ni rastro. Tramada la mentira revolucionaria se pasa de una década perdida y una juventud boba, a una década de indiferencia y una juventud rapera. En el fondo nada ha cambiado, el escenario con las variantes del caso, es el mismo que definiera Rufino Blanco Bombona, refiriéndose a la era castrista:
El país baila y baila a cada momento y el primer bailarín es Castro (parafraseo).

Ante dicha realidad la intelectualidad busca la evasión, no es un hecho gratuito la vuelta a la novela histórica, que no es más que conjetura ante los bemoles de la historia, contra la cual pesa sin misericordia la mutilación de la fuente concreta; antes de la consolidación del mandatario nacional, esos mismos intelectuales o algo parecido, en búsqueda de contener el malestar popular y de los sectores medios hacia abajo, impusieron la adoración del Gendarme Necesario, de modo que se recreó un parque gomecista en Mérida, se pulió las memorias y retratos de un Medina Angarita y Eleazar López Contreras, y hasta el Agustín B. Muñoz, hace un libro entrevista con el difunto Marcos Pérez Jiménez. A todas éstas los estudios sistemáticos y analíticos de la historia nacional en las escuelas, liceos y universidades, habían sido clausurados ante la ola del gerencialismo, con los Cisneros a la cabeza pregonando los Congresos Gerencias, de su Organización Diego Cisneros y compañías; mientras el depresivo teatral de Marcel Granier embaucada a los sectores medios hacia arriba con su Estado Omnipotente y la Generación de Relevo. La lógica consecuencia de dicho cuadro ha sido lo que los sicólogos llaman mecanismos de compensación, que en el venezolano mayoritario se expresa en un pensamiento metafísico, un mirar hacia el infinito al son de sus creencias atávicas, la plegaria mariana, la novela de las dos hacia adelante, la visita al brujo o la auto aromatización con inciensos orientales; sin dejar en ningún momento de atragantarse con un consumo cultural, donde privan las películas de terror, acción y romance, casi siempre traída de Holliwood, para finalizar el fin de semana deleitándose con su tremendo aparato de sonido al son del regatón, el rap y el vallenato, ante la mirada complaciente de las televisoras nacionales privadas, subiendo el rating con su programación novelesca, deportiva, los programas seudo místicos y la pornografía, que no erotismo de medianoche; porque la cadena dominical presidencial y las auto cadenas del mandatario, son la suma del aburrimiento.

Un hombre y mujer sin carácter es otra de las consecuencias del teatro diseñado para la enajenación, al punto que en el caso del varón se exalta la figura del metra sexual, que en el fondo no es más que un homosexual reprimido; por el lado de las hembras, éstas identifican feminidad con agresividad en sus líneas corporales, para espantar casi siempre cuando abren la boca, o bien al abordar un tema serio, y no es de los que piense en ningún momento que las mujeres son- como decía el misógino de Shopenahuer, el filósofo alemán-: Seres con cabellos largos e ideas cortas. En ese correr en pos de la moda, las mujeres beben como cosacas, retan al varón pusilánime, éste al verse acorralado y sin capacidad de pelea, opta por las golpizas y en el peor de los casos en el asesinato, dejando más huérfanos en la realidad venezolana. Mención especial exige la tendencia creciente hacia la homosexualidad, que en el caso del hombre, se hace más evidente; pienso que esta orientación sexual en su mayoría responde a cuadros de abusos sexuales infantiles, traumas no resueltos, ignorancia para abordar su realidad, de quien opta por esta practica sexual; lo cierto que el gay es un ser enfaldado, anclado en su debilidad para no afrontar el combate contra otros, éstos casi siempre con un esquema de bien macho, que también presenta en su mente tendencias sexuales nada propia.

Ciudades y pueblos sin etiqueta y urbanidad, que no es aristocratismo ni menos pequeñoaburguesamiento, como diría un ideologizado marxista.

La limpieza, los modales, la decencia, el protocolo, son máxima para un verdadero socialista; atrás muy atrás los cuadros de barbudos, melenudos y destemplados personajes fumándose, más que un tabaco, una limpia; o la militancia saltando de cama en cama, por aquello de que hay que acabar con la moral burguesa. Que no se crea que el suscrito es un moralista victoriano, nada tengo en contra de los gays y los desaforados sexuales, la naturaleza tiene sus diferencias; sólo señalo la línea entre el comportamiento sentido y razonado y la eticidad de las acciones. Cuadro el del venezolano presente que se suma para adornar las galerías solitarias y vacías, en tanto, el mandamás de Miraflores arremete con sus discursos inconsistentes y su accionar de vida, para loas de la confusión de un pueblo, que quiere despertar después de cada resaca y vuelve como el guajiro a halar por el chirrinche y dormitar en su chinchorro.

Para superar la crisis de pueblo- sin olvidar su raíz socio-económica- el hombre de a pie se alimenta de paradigmas como la confesión no de San Agustín, sino de la homosexualidad de un Ricky Martín, que ahora interpretará en cine el papel del Chè Guevara; el nuevo video de una tal Laga, mostrando su piel de pelirroja al calor de la cerveza en el estadio de Béisbol de Nueva York; la modelo colombiana imitada por algunas chicas nativas, para servir de mula de narcotraficantes, o bien una ex reina de belleza nacional de amante de un narcotraficante mexicano; el pederatismo perenne de los curas del Vaticano, que en el caso del Zulia hacen de la suya; un pajarraco de la televisora nacional programándole la arquitectura de sus sueños, en competencia con una flacuchenta tatuada- me imagino hasta en su parte más íntima- en posición de loto desentrañando las cartas; por el lado de la intelectualidad un ex alcalde con ribetes de intelectual junto a un seudo filósofo, se van a Paris y montan su fiesta al son de droga y odaliscas, me imagino que en llamado Barrio Latino; un gobierno que se proclama humanista, en gestión de sus administradores de la cosa pública, deja podrir toneladas de alimentos, sin que el fiscal, el procurador menos el contralor, impongan sanciones y prisiones, a no ser la astucia para pendejos de trasladar el Pdval a la Vicepresidencia de la Nación. Nada se investiga. El caso del hermano del edulcorado de Jesse Chacòn, ni se nombra; la furia es contra los que no comulguen con la Boliburguesìa. El peor sarcasmo es ver los domingos a la suma de la hipocresía del José Vicente Rangel en su programa; sin que la balacera, el sicariato, el asalto al erario pùblico en todos los ámbitos de la gestión pública, cese. Presentación Campos sigue gritando camino al fusilamiento, el terror quiere imponerse por siempre, más los genes libertarios, tarde o temprano, acabarán con esta comedia llanera, viendo en el mejor de los casos a la metamorfosis actual de José Antonio Páez camino a su guarida: Cuba, donde de seguro escribirá sus memorias acomodadas, tocando no piano, sino arpa y maraca, con un público único, El mito Fidel.

La pregunta como corolario ¿Qué hacer? sigue rondando. El país más que una fiesta, es una merienda de negros; la desorganización es casi total. La calle y la avenida es un toldo, sitio para el ronquido, la meada y el pupù, la música a todo volumen, la matraca del policía, la venta de cualquier baratija; la picardía, más que como sobre vivencia, una manera burlesca de resentimiento de joder al otro; sin que se inmute el poder de oficialistas y oposicionistas de oficio, viendo desde sus lujosos carros y camionetas con vidrios ahumados, el espectáculo que hace posible en sus mansiones…la verdadera fiesta…

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