Se va Ramírez, el fútbol y el softball
El derrame petrolero en nuestro lago de Maracaibo, los contenedores de comida perdidos, la parada de las operaciones de taladros, el hundimiento de la plataforma marina frente a Sucre y las lanchas arrimadas en la costa oriental se suman a una ineludible, inocultable e irreversible disminución de la capacidad de producción petrolera, que mengua la reducida capacidad de producir magia de este derrochador gobierno. Si a esto le sumamos los errores de planificación en la política energética del país y las inconsistencias en los programas de inversión de la petrolera, así como las continuas paradas de las refinerías, incluyendo los accidentes laborales, incendios incluidos, es difícil explicarse que lo mantiene al frente de esta masa incontenible de resultados inconclusos e ineficientes. La revolución daba para todo, mientras tuvo dinero para ocultar los errores.
Ramírez sigue ahí, de pie, aguantando el temporal, no por mucho tiempo más. Chávez le entregará ese trofeo a las huestes hambrientas que le reclaman ese cómplice silencio y apoyo irrestricto a uno de los hombres que más daño le ha hecho a este país en su historia republicana. Un necesario maquillaje ante las masas, que intente demostrar un giro en materia del tratamiento a la corrupción y al desastre, pasa por la remoción de este hombre con premio incluido en el manejo de alguna embajada en un país del primer mundo.
El football va camino a terminarse y con el football se acabará la fantasía adormecedora que produce el balón en los venezolanos. Se irán las banderitas de los vehículos y los gritos de apoyo y admiración a los equipos. El deporte le dará paso a una campaña brutal de la revolución para vendernos los “logros” y ocultarnos los problemas que han generado. Chávez ocupará las pantallas para llevarnos su aleccionador mensaje y usar hasta el último cartucho disponible para combatir a la canalla mediática que se manifiesta en la contrarrevolución. Estas catorce semanas serán intensas, muy intensas.
La revolución llena las gradas de los juegos del mundial de softball femenino con sus partidarios, cadetes y militares afeitaditos, con ningún riesgo de que algún creativo les saque una de esas lesivas pancartas objetando al régimen. Esos juegos en el Universitario, con publico “abierto” se convertirían en un desastre comunicacional que hubiese caminado por las antenas mundiales, en vivo y sin cortes comerciales. Tuvieron que construir ese “coso” para controlar desde cero lo que el mundo puede ver y escuchar en esos juegos. Todo un ejercicio de “apertura” revolucionaria. La mentira crece ante nuestros ojos. Este circo pasó por debajo de la mesa opacado por el mundial de balompié. Se perdieron esos reales.
El circo deportivo dará paso a la realidad, a la cruda realidad y a la necesidad de enfrentar a los fantasmas del desabastecimiento que el cantinero produjo en nuestro país. Escuchar a teóricos de oficio, que defienden sus cuotas de poder y sus intereses personales, nos llevó hasta este atolladero del que parece poco probable salir con éxito. Sin reales no hay paraíso.