Opinión Nacional

El mar de la felicidad de ácido muriático

La estrategia del líder intergaláctico, diseñada originalmente por Castro, para apoderarse del país y no soltarlo más nunca tiene un eje fundamental: la descalificación de la institución original, la creación de una paralela y, finalmente, la destrucción del entorno. El jefe, los 200 del golpe, los civiles asimilados y los cubanos mandan desde hace rato en todos los rincones de Venezuela. Simplemente se rotan en los cargos y se tapan solidariamente cuando alguna prensa amarillista, apátrida y golpista, se atreve a denunciar alguna de las tantas cochinadas.

Por el mismo cañón estratégico de destrucción han pasado la CTV, los partidos políticos, gremios empresariales, la banca, muchas de las más importantes instituciones del Estado como el TSJ, la Contraloría o la Fiscalía o el Ateneo de Caracas. Descalifica, crea organismos paralelos y mata por ahorcamiento económico al destruir los entornos de acción. Muy cubana la cosa, aunque por gotas. Fidel lo hizo en un acto y sin paso a paso. El líder intergaláctico va por escalones, retrocede a veces para cuidar el maquillaje democrático, pero siempre vuelve para clavar los colmillos.

RCTV es un ejemplo reciente de cómo se conduce el proceso. El Banco Federal también. La toma de haciendas y fincas productivas igual. Primero, descalifica a los propietarios y productores. Segundo, rodea al productor, impide que trabaje, lo amedrenta. Tercero, invade y toma por asalto la propiedad. Los resultados invariablemente son quiebras y desempleo, pérdida de productividad, corrupción y la matraca. El esquema vale para todo. No importa el área o la disciplina.

No siempre la jugada sale bien de inmediato. Algunos casos tarda, pero el régimen siempre está montado. El caso de la Iglesia es uno de los más emblemáticos. Dale y dale, el mismo esquema, rodea, ataques verbales y físicos, descalificaciones. Pero, entre golpes y magulladuras, ahí está. Sólida y paradita. De la Fuerza Armada, por ejemplo, siempre entre las más creíbles, lo que queda es inefable patria, socialismo o muerte ¡venceremos!, el dardo final para esa institución ahora convertida en abasto.

Y, a propósito del Día del Periodista, el esquema destructivo del chavismo es tan notorio que casi es repetitivo contarlo. Descalificación a los medios en general, ataques contra los dueños de los medios en particular, misiles directos contra periodistas y comunicadores, amenazas, multas, insultos, acorralamientos, juicios, procedimientos administrativos, cierre. Y falta lo peor. El estrangulamiento económico. Esa arma es colectiva y toca a todos, pero para los medios independientes en sentencia final.

Estamos llegando al mar de la felicidad, pero de ácido muriático.

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