Opinión Nacional

¡A dónde conduce Gramsci!

(1) El titulo de este escrito puede terminar con signo de interrogación, puntos suspensivos o signo de exclamación, a gusto de la persona lectora. Porque Gramsci, quien fue uno de los fundadores del partido comunista italiano, es muy citado pero quizó modificar al marxismo en aspectos fundamentales y por ende no puede ser considerado marxista a secas. A Marx le han querido corregir la plana para hacerlo sobrevivir, pero eso es y ha sido como querer modificar la Utopía de Thomas More. Si a Marx y a More se les adultera ya no son lo que ellos quisieron ser y hacer, para bien o para mal. Pero los sabiondos siempre quieren lucirse y lo único que hacen es embarrarla. (2) Para Marx la base económica soporta a la superestructura cultural y política que refleja necesariamente a aquella porque la base determina a la superestructura. Pero Gramsci mantiene que lo más importante es la mutua influencia entre la base y la superestructura. Esa reciprocidad no existe en Marx. En Marx la superestructura esta inevitablemente determinada por la base económica. Con solo esto hay que decir, apaga y vámonos. Pero hay más. (3) Gramsci reconoce que el Estado ejerce control y dominación a la fuerza, pero también de otra manera insidiosa, sutil, mediante la penetración a lo largo y ancho de todo el tejido social, usos, costumbres, actitudes, amores y desamores; es decir, mediante lo que Gramsci denomina la hegemonía. (4) La hegemonía es más poderosa que la ideología porque esta se maneja en el consiente, mientras que aquella penetra sigilosamente sin que la gente caiga en cuenta. Pero ahí esta precisamente el infortunio para los hegemones. Porque Gramsci reconoce que la gente compite y entonces se producen movimientos contrarios: hegemonía vs contra-hegemonía y así sucesivamente. Por tanto, la hegemonía no es resultado fatal de fuerzas históricas al gusto de Marx. Con esto también basta. Pero hay más. (5) Según Gramsci, hay personas que en cada sociedad hacen modelos para interpretar el fenómeno social y conducirlo. Esas personas son los intelectuales hegemónicos, pero estos tienen que enfrentarse a los intelectuales contra-hegemónicos. Ambos se dedican a la lucha dentro de la realidad social (sin teorizar). (6) Esa lucha entre hegemones y hegemonías implica reconocer los intereses locales parciales y por tanto se desentiende de la teórica noción de lucha de clases universal supuesta por Marx y se aparta de la necesidad de tener un partido único para los proletarios, a gusto de Marx. Pero hay más. (7) Ahora sí, amárrese. La lucha entonces está en manos de los referidos intelectuales (hegemones vs contra-hegemones vs contra-contra-hegemones, etc.). Es decir, en manos de una minoría que maneja la lucha, la dirige, la conceptualiza, la convierte en la obra suprema de su escultura que debe hablar y gritar eternamente en pro de la grandeza infinita de esos preciosos cerebros, no de las masas, sino de los intelectuales, supremos, ARISTOCRATAS (los mejores como los definieron los griegos que eran más sabios pero menos diablos que Marx). (8) A Gramsci se le aplica en la práctica y concretamente en Venezuela. Recuérdese a los ilustres compatriotas que sin consultar al país impusieron la candidatura opositora. Esto hay que resaltarlo porque en Venezuela prosperan mucho las cúpulas. También es importante recordar que la definición de aristócrata no incluye la acepción de riqueza (Pero curiosamente unos cuantos de aquellos compatriotas laboran para un medio con mucho real y que -más curiosamente aun- les cerró las puertas a las gentes de la plebe sin querer darse cuenta de que esas gentes están en ambos bandos, pero que cuando las circunstancias lo requieren se unen y cuando se unan pueden arrasar con medios y reales. Así siempre ha sido, tal cual. Y no hay motivo para decir que no volverá a ser. Así va a ser, tal cual).

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