Lo que está en juego
«Lo que sorprende al observador del Estado Totalitario no es ciertamente su estructura monolítica. Al contrario, todos los verdaderos estudiosos del tema se hallan de acuerdo al menos acerca de la coexistencia (o el conflicto) de una autoridad dual, el partido y el Estado (Arendt. Orígenes del Totalitarismo, p.486, 1998) Es necesario comprender en sus justas dimensiones lo que está en juego en esta etapa. Se trata de conquistar el funcionamiento democrático de la sociedad venezolana y derrotar el autoritarismo y las tendencias totalitarias que inspiran a un autócrata que se siente predestinado para «concluir la obra de Bolívar». Sin embargo, tiene que adulterar la historia y desde el poder calificar como «socialistas» al Libertador, Simón Rodríguez y Zamora. Y uno más: Cristo.
El centro de la cuestión es que construyendo un Bolívar perfecto (todos los historiadores concuerdan en que el Bolívar de los años 1828 al 30, es conservador, fundador del partido conservador de Colombia). Igualmente como todos los dictadores sin excepción, sobre todo a partir de Guzmán Blanco, autócrata, se arroparon con las glorias del Libertador.
Ese hombre perfecto no existió, sus hazañas independentistas nadie las discute, ni su gloria como Libertador de cinco naciones. Pero es una manipulación querer utilizar su nombre para ir hacia un régimen a lo totalitario cubano. Es un abuso que debe ser puesto al desnudo.
Las cartas están totalmente al descubierto, incluso se ha llegado al extremo de subordinar a Venezuela frente a Fidel. Lo decimos con propiedad. Tuvimos oportunidad de polemizar con Castro, el Che y Regis Debray y enfatizamos que queríamos pensar con cabeza propia y que éramos responsables de nuestros fracasos y errores.
Porque siempre Fidel tenía puesta la mirada en un país tan privilegiado como el nuestro: su posición geográfica, sus riquezas, sus anhelos de cambio. Hoy el cambio es derrotar este intento de conformar un régimen donde se fusionan Partido¬Estado¬Líder a la vieja usanza soviética de la época de Stalin. El presidente del PSUV es el Presidente de la República, Comandante General de la Fuerza Armada, con grado especial autoascendido, dueño del resto de los poderes. Una autocracia militarista. Los ministros y gobernadores son operadores políticos, como lo están haciendo actualmente durante la campaña a legisladores en franca violación de la Constitución y con la mirada complaciente de las Rectoras de un CNE hecho a la medida del «jefe» que abusa con los recursos del Estado, que encadena comunicacionalmente para dar la sensación de poderío, y tratar de meter un miedo que poco funciona hoy.
Esto no debe durar. Se debe bregar duro, con convicción, con espíritu de victoria, con inteligencia, organización y coraje para derrotar este camino hacia la destrucción de la República. Queremos una República civil, democrática, plural. Queremos libertad y justicia social.
Queremos inclusión sin descalificaciones. Queremos el reencuentro de los venezolanas y venezolanos mediante el respeto ciudadano.
Este 26S es un momento en esta dirección. Debemos ganar para avanzar hacia un 2011 con elecciones municipales y hacia el 2012.
Queremos conquistar libertades sindicales, contratación colectiva, que se cumpla la Constitución también en su capítulo sobre los derechos sociales lanzados al cesto de la basura por un gobierno que se autotitula «socialista».
Lo que está en juego es muy grande. Hay lugar para el optimismo. Hay condiciones para vencer. La unidad es la clave.