Violencia física e institucional
El régimen perdió el apoyo de la mayoría. Quien lo dirige está cada día más solo y nervioso. A pesar de tener sus objetivos claros, no logra concretar la mejor vía para alcanzarlos. Según él está rodeado de incompetentes sin escrúpulos morales, ineficientes, corruptores que de tanto corromper han terminado oliendo peor que la comida podrida de los contenedores importados. No confía en nadie porque sabe que ya muy pocos pueden confiar en él. Tremenda paradoja. Mientras más poder político y económico ha concentrado, más se ha alejado de la gente, del ciudadano común y sus problemas. Perdió el pulso del país. Los frecuentes arrebatos verbales y las disparatadas actuaciones para desnaturalizar la historia pasada y la realidad del presente generan creciente e irreversible indignación. La cuenta regresiva está en marcha. Él lo sabe. El nerviosismo aumenta. Esto se va a acabar y cuentas muy serias tendrá que rendir nacional e internacionalmente. La Sala Situacional del gobierno se angustia por lo negativos que para el régimen están todos los escenarios posibles, de mantenerse la dinámica actual, incluido el calendario electoral que señala elecciones parlamentarias el pròximo 26 de septiembre y presidenciales para el 2012. Piensan ellos que la única manera de impedir el fatal desenlace, antes o después de las elecciones, es destruyendo esos escenarios negativas para construir otros que sean favorables y útiles al régimen. En definitiva, solo podrán mantenerse en el poder inyectando a la vida nacional una dosis de represión activa que deje como un cuento de niños lo que se ha vivido en estos casi doce años de barbarie que no ha sido poco. Piensan que el temor, el miedo de la población será el aliado fundamental. Para eso hay que liquidar mediante el uso discriminado de la violencia física e institucional, contra los dirigentes que no se rinden, los pocos medios de comunicación independientes que quedan, el sector privado de la economía, las organizaciones no gubernamentales que velan por los derechos humanos, las instituciones de mayor credibilidad y respeto como la Iglesia Católica y las demás iglesias, los brotes de disidencia en confuso mundo del chavismo y, en fin, careta al suelo, dictadura comunista por la calle de el medio. Para hacerlo activan el malandrinaje organizado de un hampa politizada con objetivos puntuales. También profundizan la utilización de los órganos de la administración de justicia como brazo ejecutor de la violencia institucional. Mucha atención al capítulo que inician con la “detención” e inmediata deportación a Cuba (¿?) de Francisco Chávez Abarca, con el cuento del magnicidio-terrorismo, y la nueva conspiración para asesinar a su tocayo Presidente. El mundo contempla estupefacto, no tanto las atrocidades del régimen castro-chavista, sino la aparente pasividad de quienes tienen la obligación de “sostener y defender, cumplir y hacer cumplir la Constitución y leyes de la República”.