Desobediencia civil
Cuando me tocó ejercer la dirección de El Mundo, en 1999, fueron suprimidos los titulares alarmistas y las fotografías macabras de la página roja. Se trata de una cuestión de principios, estrictamente personal, que seguramente no muchos profesionales de la comunicación comparten. No niego que puedo estar equivocado, pero esa ha sido una norma de conducta invariablemente mantenida hasta hoy.
De allí que la publicación en Tal Cual de la foto de El Nacional con la terrible imagen de la morgue, no tuvo nada que ver con el periodismo amarillista. Fue un acto claramente político. Además, constituyó una postura de solidaridad con El Nacional , diario que se- guramente hizo la dramática exposición de tal fotografía en su primera plana también para echarle en cara al régimen y a su vocero del momento, Andrés Izarra, la absoluta estupidez de su conducta.
Como era previsible, tanto El Nacional como Tal Cual han sido demandados por el Poder. Se trata de matar al mensajero, no de prestarle atención al mensaje que éste porta. Un presidente que jamás aborda el tema de la violencia y la delincuencia en sus kilométricas chácharas, que lo ha ignorado durante once años, ahora nos sale con la especie de que la denuncia de tan grave calamidad pública es nada menos que un arma de la «contrarrevolución». Ya, pues, estamos avisados por dónde vienen los tiros. La libertad de expresión es el objetivo. De hecho, la defensora del Pueblo y el Juez de la causa han establecido, por su propia cuenta, censura de prensa. Han prohibido a los medios impresos la publicación de la ya famosa foto y de cualquier otra que a su juicio contenga imagenes de «contenido violento». Desbordados por la delincuencia, sin planes prácticos y eficientes para hacerle frente, el gobierno da palos de ciego y extrema el idiotismo de sus planteamientos públicos sobre el tema.
Lo último en este sentido, es la aseveración del ministro Héctor Navarro de que la delincuencia es producto de… ¡la Cuarta República! Remató su brillante lucubración asegurando que puesto que la mayoría de los delincuentes son jóvenes de veinte años, es en el abandono de que los hizo víctimas la Cuarta donde hay que buscar la responsabilidad. Siempre se les olvida que tienen once años gobernando y que esos delincuentes de veinte años durante más de la mitad de sus vidas no han conocido otro gobierno que éste, donde un tipo como Héctor Navarro, por ejemplo, quien no es propiamente famoso por su inteligencia, puede ser ministro. El tema de la libertad de expresión está a la orden del día.